Miguel del Sel, líder populista – 2da. parte

Este es un posteo más participativo de lo que acostumbro. Decía al final de la primera parte que el insulto de Del Sel a la Presidente – una de las agresiones, una de las bajezas que en los últimos días acentuaron el clima de violencia de palabras y gestos sobre el que todos están hablando, y yo también – había hecho aumentar las visitas a otro posteo mío de casi un año y medio atrás, Las declaraciones de Miguel del Sel. Su contenido, y los comentarios que Uds. hicieron recién en esa 1ra. parte me ayudaron a tener claro lo que quería aportar.

Porque ahí contaba cuando el ex candidato a gobernador de Santa Fe por Unión Pro dijo: “Estuve en Villa Ocampo, en el norte de mi provincia, y el director del hospital me lo dijo: ‘Miguel, se cuadruplicó la cantidad de embarazos en pibitas‘. Entonces, nadie mide las consecuencias de lo que se anuncia como una buena medida ¿Preferís que una piba ignorante, que viven en la miseria, en ranchitos de adobe, se embarace para cobrar una platita todos los meses?“.

Allí analicé, un poco superficialmente, y se comentó, el contenido de esas declaraciones. El punto que me interesa tocar ahora es que para muchas personas, entre las que me incluyo, estos dos hechos que menciono bastan para clasificarlo como una porquería de tipo.

Esto me parece relevante porque bastantes comentarios de la primera parte de este posteo – no los menos lúcidos ni peor desarrollados – se dedicaron a distinguir entre agresiones, escraches e insultos y los que eran espontáneos u organizados. Y también, claro, como en todas las discusiones políticas en curso, a distinguir entre sus autores e instigadores. A los que los más apasionados de cada lado descalificaban, respectivamente, como «golpistas» o «chorros».

La síntesis de lo que sienten muchos en el clima actual la expuso en un comentario mi amigo que usa el nic Capitán Yáñez, de firmes convicciones pero bastante razonable. Decía, refiriéndose a los energúmenos «del otro lado»: «¿Política? ¿Qué Política se puede hacer sobre esos cimientos?«.

Yo le pregunto al Capitán y a todos Uds. ¿Qué pensamos que es la política? ¿El intercambio de sinceras reflexiones sobre la forma de alcanzar el bien común? Eso lo puede decir el padre Carlos Accaputo, de la Pastoral Social, y está bien, porque es su tarea. Pero los que estamos o hemos estado en la lucha política sabemos que nuestro esfuerzo principal está destinado a sumar voluntades, recursos y apoyos para alcanzar o conservar el gobierno, y derrotar al desgraciado de enfrente, que está haciendo lo mismo.

Esta es una obviedad de la escuela realista del pensamiento político, en la que han escrito con mucha más sabiduría Maquiavelo, Weber y otros maestros. La misma naturaleza de la política excluye – eso sí – el uso de la violencia. La defensa de este criterio necesita de un debate demasiado extenso para darlo aquí, y ha sido cuestionado por muchos intelectuales, la mayoría de los cuales nunca tomó un arma. Pero la experiencia de nuestros pueblos es terminante: la violencia derrota y destruye a la política. Un gran realista aconsejó «Dentro de la ley, todo; fuera de la ley, nada«.

Por supuesto, una parte necesaria de la política es arbitrar los medios para evitar que los que son a la vez ambiciosos e imbéciles recurran a la violencia. Pero ese es un problema práctico, no demasiado diferente del control de la delincuencia.

Lo que me parece útil rescatar es algunas reflexiones sobre lo que podemos llamar el pensamiento político que expresa un Miguel del Sel. Recordemos que, recién ingresado a la política, el 24 de julio de 2011, hace menos de dos años, obtuvo 615368 votos para gobernador de Santa Fe; salió segundo, a poca distancia del triunfador, el hombre de Binner. Y, de paso, golpeó duro a quien quedó tercero lejos, Agustín Rossi, el candidato que expresaba políticamente al kirchnerismo. Los peronistas, además, haremos bien en recordar que, pese al desgaste de la gestión de Bonfatti, no está todavía resuelta satisfactoriamente la interna en ese distrito.

En un plano más general, señalé que no tenía sentido tomar en serio lo que dice y hacer preguntas concretas. Por ejemplo: ¿Con $ 270 al mes se cubren los gastos de un hijo? Si Del Sel piensa que es así, ¿propone entonces reducir los subsidios y facilitar los abortos? No tiene sentido preguntarlo, porque el tipo, buen exponente de lo que llamo cualunquismo – pero también (atención compañeros que leen a Laclau) se puede llamar populismo – no está planteando una política, aunque sea horrible, sino expresando un prejuicio. Y un «nosotros», el de los que sienten como él.

Porque una parte importante de nuestros compatriotas piensan lo mismo, o cosas parecidas. Tuvo que ver con su éxito electoral. Todos los analistas remarcaron en aquel momento el hecho que Miguel Del Sel no era, no “proyectaba la imagen” de un político. Ni es un empresario metido a político, como Mauricio Macri. Conocido por la gente como cómico, se presentaba como un hombre cualquiera, uno del montón, que les hablaba a las personas comunes en un lenguaje que podían entender.

Ahora está expresando, con grosería, a esa «minoría intensa» que siente un rechazo casi físico por Cristina. Pero eso no alcanza para construir una opción política; ni, me parece, para influir decisivamente en una: es un voto ya descontable. Los que piensan así votarán a cualquiera que aparezca con posibilidades de derrotar a los K: viraron en pocos meses de Duhalde a Binner.

Me preocupa otro sentimiento, menos coyuntural: la mezcla de temor y de desprecio con que en Argentina miran a los de «abajo» no los de «arriba», que son pocos, sino los del medio, que son muchísimos más. No la clase media que vive en Barrio Norte – ese es un mito de la que vive en Palermo. Los de los barrios pobres, que rechazan a las villas. Y a «esos vagos» que «reciben todo del Estado», mientras «nosotros nos matamos trabajando».

No me interesa hacer alarmismo; no creo que el peligro sea muy grande, o inminente. Pero me parece que sirve como ejemplo de lo que da contenido y significado a ese juego apasionante que es la lucha política. No repetir con indignación lo malo, corruptos y antipopulares que son «los de enfrente». Puede servir, ha servido en algunos momentos, como herramienta, pero no puedo menos de encontrarlo como discurso un poco idiota.

El sentido que yo le encuentro… voy a repetir el final de ese posteo: es pelear para poder hacer en serio lo que Del Sel y los que piensan como él dicen como banalidad hipócrita: la Asignación por Hijo, los planes sociales, deben ser paliativos temporales. Porque debemos encarar la integración de todos nuestros compatriotas marginados; trabajo, educación y salud para todos. Puede hacerse, porque ya una vez se hizo en Argentina.