Miguel del Sel, líder populista

Este posteo se iba a llamar «Escraches para todos y todas» pero han sido Uds., los visitantes silenciosos del blog, los que no dejan comentarios, quienes me cambiaron el enfoque. Paso a contarles cómo.

Vi por casualidad un tuit de mi amigo Ezequiel Meler (no sé si el verdadero o el fake :=) ) recomendando este artículo de Héctor Ricardo Leis, un politólogo que militó en los legendarios ´70 y que, como muchos, elaboró su experiencia en un rechazo al romanticismo de la violencia y desconfianza al populismo.  Dice «La Argentina vive prisionera de su pasado, cada vez más. Las personas traducen todos los comportamientos del presente en términos del pasado. Pero se trata de un pasado congelado que posee templos y sacerdotes que velan para que la memoria histórica sea la que mejor atienda a sus intereses políticos. No existe libertad para la crítica . Nuestro país es hoy un lugar triste, donde insultar, agredir, escrachar a un ciudadano o a un funcionario público que piensa diferente pasó a ser la forma habitual de comunicarse. La víctima puede ser del Gobierno o no; puede ser Kicillof o Darín, Boudou o un periodista o ciudadano opositor cualquiera, no importa. Tengo 69 años, no me acuerdo de que esto fuera un hábito en la época de mi juventud. Pero sí lo es ahora.

… Esa decadencia tiene dos caras que deben ser igualmente combatidas. Una es la adulación; la otra es la violencia. En las fases críticas del país siempre se verificó un aumento de esos dos componentes. Los ataques al que no piensa igual crecen en la misma proporción que las adulaciones al que es igual. Ayer los escraches victimizaban a los que eran de la oposición; hoy ocurren también en sentido inverso. Hoy las adulaciones circulan de forma alucinada entre la Presidenta y sus seguidores, en ambos sentidos. Mañana puede ocurrir lo mismo en el campo de la oposición. Evitemos llegar tan lejos y practiquemos, en vez de eso, un pensamiento crítico«.

Es un texto razonado e inteligente, escrito, creo, con sinceridad. Yo también recomiendo leerlo completo. Me parece válido afirmar que «Argentina vive prisionera de su pasado». Y me cae bien su llamado a disminuir la histeria vacía en el lenguaje político (es sabido que en mi blog elimino casi todos los comentarios con lenguaje insultante, salvo que los haga yo). Pero creo que es exagerado, y que hay algunos conceptos equivocados, y me puse a señalarlos.

Los argentinos, pienso que debemos asumirlo, tenemos el odio fácil. Es cierto que hemos tenido pocas guerras externas – pasaron 112 años entre el final de la del Paraguay hasta la del Atlántico Sur – pero eso es lo normal: esto es la América Latina, no Europa. Nuestra historia de guerras civiles ha sido sangrienta, los conflictos sociales amargos – también en la tradición latinoamericana – y la conciencia histórica de ese pasado nos ayuda a mantener vivos los rencores.

Por eso me parece un error hablar de decadencia. Especialmente, que lo haga alguien con edad suficiente para recordar, de su infancia, el odio profundo que el peronismo despertó en los sectores que se le oponían. Alguien que menciona su militancia en los ´70. Podemos reconocer que había mejor vocabulario y más claridad en el lenguaje político, y algunas normas de conducta que se han perdido – quienes mataron a Aramburu, según ellos mismos contaron, le ataron los zapatos, a su pedido, antes de pegarle un tiro. Pero eso habla de otro nivel de educación en la sociedad, no ciertamente de menos violencia.

Los casos que Leis pone como ejemplo (ver los enlaces) para decir que «No existe libertad para la crítica. Nuestro país es hoy un lugar triste» son el cuestionamiento que hizo la Presidente a una declaración de Darín, y el escrache que sufrió el viceministro de Economía en Buquebús. Ahora, mi opinión – y la de cualquiera con experiencia en campañas – es que Cristina cometió un error al contestar la aparente crítica de un actor muy popular con una insinuación a una irregularidad en su pasado. Es una carta bien escrita e inteligente en su redacción, pero está claro que no es una jugada política sino una reacción emocional frente a lo que sintió como una agresión a la figura de su esposo. Pero decir que eso limita la libertad de crítica… Probablemente, aumentó el número de espectadores a la última película de Darín.

El escrache a Axel Kicillof yo lo hubiera considerado como un gaje del oficio de funcionario público – se han producido muchos en el pasado, con este y con otros gobiernos, y seguramente se producirán muchos más. Otra tradición latinoamericana, y más moderada que en Bolivia, por ejemplo. El hecho que estuviera presente su mujer y dos hijos pequeños lo hace desagradable, y habla de cobardía, humana y civil, en los agresores y en los testigos pasivos. Pero no es equivalente, ni de lejos, a atentados, a poner bombas… Cosas que han sucedido en nuestro pasado.

Si no suceden ahora, no es, creo, por una sabiduría y restricción especial de la militancia política, como a veces se autocongratulan algunos. Se debe a que las experiencias guerrilleras en todo el continente en las décadas del ´60, ´70 y ´80 – prolongada hasta hoy en Colombia – ha sido concluyente: la violencia arrastró a la derrota y la masacre a más de una generación de revolucionarios. Y no consolidó en el largo plazo, al contrario, el poder político de los represores. Por eso hablo de una histeria vacía en el lenguaje de los delirantes de uno y otro lado. Que abundan, eso sí.

Entonces, me inclinaba a señalar en este posteo un elemento de teatralización en el enfrentamiento. Que expresa la frustración y la impotencia que se experimentan a menudo en la sociedad moderna y que se desahoga insultando a los «otros», los que tienen el poder – o la imagen de poder – y que se puede encontrar en las cloacas en que se convierten los foros online de grandes diarios, y otros sitios en Internet. Pero que no tiene, ni es capaz de construir, una expresión política. Una teatralización que es usada – por escribas con menos nivel que Leis – para hablar de la «crispación» como la característica de uno de los bandos – usualmente el oficialismo – que agrede a los pobres inocentes del otro lado. Ojo: también la blogosfera K se deleita en autovictimzarse, perseguida por los reaccionarios que no aprecian lo maravilloso que es este gobierno.

Como dije, ese era el posteo que iba a subir… hasta que las estadísticas de WordPress me hicieron observar que otro episodio de «crispación» reciente, el insulto de Del Sel a la Presidente había hecho aumentar las visitas a un posteo de hace casi un año y medio atrás, Las declaraciones de Miguel del Sel. Y algunas cosas que dije entonces me parecen relevantes ahora.

Ya es muy tarde, y estoy cansado. Pero la segunda parte de este posteo, les prometo, la subiré mucho más temprano que otras continuaciones que les debo.

(Continuará)