Noviembre es el mes más cruel

No, no voy a hablar del desafío que la gigantesca manifestación opositora del jueves pasado le presenta al gobierno K. Ni tampoco del desafío que representa para quienes pretenden capitalizarla el darle una conducción y un proyecto viables. En realidad, estoy un poco cansado con los que – me incluyo – nos concentramos tanto en debatir el asunto. No es que no sea importante; pero Argentina, como nación, enfrenta este mes dos problemas serios y graves que la fascinación por nuestras internas oculta o diluye.

La fragata Libertad, un buque escuela de la Armada Argentina en el que también viajaban militares de otros países suramericanos, sigue retenida en Ghana por orden de un juez que aceptó el embargo reclamado por un fondo buitre. Y ayer el director interino del puerto, Jacob Kwabla Adorkor. anunció que dejará sin agua, luz y combustible al buque argentina, después que sus marinos armados impidieron una operación para trasladarlo a otro atracadero.

Este viernes, el juez Thomas Griesa, ante quien litigamos, anunció que mantendrá sólo hasta el 1 de diciembre la suspensión de la sentencia que obliga a la Argentina a pagarle a los fondos buitre los mismos intereses que a los tenedores de bonos que aceptaron los canjes. Y advirtió que «nuestros tribunales no están indefensos«.

Ojo: esto merece ser tratado por separado, y pienso hacerlo: ese reciente fallo de un Tribunal de Apelaciones neoyorquino le presente un grave problema a nuestro gobierno… pero también al norteamericano, y a los otros bonistas. De todos modos, en mi barrio dirían que la mano viene pesada.

Quiero creer que nuestro gobierno, y sus asesores, y sus abogados, están encarando estos desafíos, que son sólo expresiones coyunturales de un problema más profundo. Pero el largo plazo es una sucesión de urgencias, una detrás de la otra. Hoy un indicio – algo que no sucedió, como el perro que no ladró en la historia de Sherlock Holmes – que me dice que tiene un plan.

El embargo de una nave de guerra, algo con pocos precedentes en el mundo, no ha provocado, hasta ahora, una mínima expresión pública de la UNASUR, y de su Consejo Suramericano de Defensa. Aceptemos por un momento que Brasil no quiere complicar su estrategia africana, o sus esfuerzos diplomáticos discretos; que Chile, Colombia y Uruguay murmuren «estos argentinos se la han buscado» y por eso se mantengan en silencio. Pero Chávez, y Correa, que normalmente hay que pedirles que se callen? No. La única explicación posible del silencio es que Argentina lo ha pedido a los países de la UNASUR, y que tiene una estrategia en la que confía para resolver el asunto.

Pero realmente habla mal de nuestra sociedad política, y hasta de la militancia, y hasta del periodismo, que se haya hablado hasta hoy tan poco de esos asuntos, salvo para el deporte tan argentino de buscar culpables.

Si aún Juan Gabriel Tokatlian, uno de nuestros analistas de lo internacional más lúcidos; liberal él, pero con un decidido enfoque en los intereses nacionales, daba – en un artículo que publicó esta semana donde plantea una revisión de las relaciones con EE.UU. (interesante; pienso comentarlo pronto) – esta lista de los puntos de acuerdo y de desacuerdo con la Gran Potencia:

«Cercanía y consenso (entre los gobiernos de Argentina y de EE.UU)

La no proliferación nuclear, las misiones humanitarias como la de Haití, el respaldo a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la cooperación en materia de inteligencia en la Triple Frontera.

Distanciamiento y disenso (ídem)

Los reclamos proteccionistas bilaterales y en la Organización Mundial de Comercio, la presión norteamericana para militarizar la lucha contra las drogas y el crimen organizado, el intento de diálogo entre la Argentina e Irán sobre el atentado a la AMIA, la actitud dispar frente al auge del neogolpismo en la región, el mantenimiento del bloqueo a Cuba, el reconocimiento del Estado de Palestina, el grado y alcance de la regulación del sistema financiero internacional y el futuro de la seguridad hemisférica«.

En esta última lista falta, casualmente, el tema clave en la actual situación: la actitud «independentista» de nuestro gobierno ante los fallos de las cortes de EE.UU. y del CIADI. Es decir, nuestra exigencia que se tramiten en los tribunales argentinos,

Parece que estamos enfrascados a un par de pulseadas, donde a diferencia de lo habitual, no es posible un resultado más o menos ambiguo donde se pueden proclamar hasta victorias morales: se gana o se pierde.

Actualización:

Las autoridades de Ghana han cortado el agua y la luz a la fragata. Por nuestro lado, están haciendo una declaración el canciller Timerman y el ministro de Defensa, Puricelli. Dios nos ayude.