La batalla cultural de los egos

Tuve un día ocupado, y no pude escribir nada que me convenciera que mejoraba la pantalla del monitor. Así que recurro al viejo truco del columnista apropiado. En este caso, una pieza que me divirtió bastante de Daniel Pliner, ingenioso cronista que he citado otras veces, inscripto en lo que un amigo llama la tendencia renovadora de La Nación.

El asunto no me interesa tanto: No soy periodista; creo que su rol en el juego político está sobrevaluado; y, aunque es cierto lo que dice Pliner, que son «los dos periodistas más famosos de la Argentina«, fama no equivale a influencia. Pero se me ocurre que esta batalla de egos, que convenció a sus respectivas hinchadas y, hasta puede ser, a sus protagonistas, que formaba parte del gran enfrentamiento que hoy divide a los argentinos politizados, K y anti K, … Esta batalla de egos, digo, me hace pensar en algunas furiosas discusiones en la blogosfera. No sé, me parece.

«Una semana atrás, Diego Armando Maradona, ese inclasificable referente nacional que fluctúa entre la lucidez deslumbrante y la opacidad mental, saltó al medio del ring para separar al gobernador Scioli de la Presidenta. Mátense si así lo desean – propuso -, pero no le hagan pagar el costo al pueblo que los mira desde afuera.

Esta semana, en cambio, no hubo nadie que se interpusiera entre Jorge Lanata y Víctor Hugo Morales para poner fin a la encarnizada, vergonzosa e indefendible batalla en la que se trenzaron.

– La Mole de Barracas y el Carnicero de Cardona abandonaron el cuadrilátero de la inteligencia para, paradójicamente, unirse en el fomento de la crispación, la violencia y el alineamiento automático que con tanta razón cuestionan cuando se tranquilizan.

– Es así, Ferretti. Y sus seguidores, privados de todo espíritu crítico, corrieron a encolumnarse detrás de sus ídolos, sin advertir o, lo que es peor, advirtiendo las contradicciones que esto encerraba.

– Lanata se ha pasado los últimos tiempos irritando a sus opositores con la idea de que no se puede seguir hablando de la dictadura; piensa -y dice- que el Gobierno ha utilizado políticamente la defensa de los derechos humanos con el fin de compensar y justificar los actos de corrupción que enturbian su gestión.

– Y, sin embargo, a la hora de arrojar la primera piedra, cruza el charco, retrocede casi cuarenta años, tropieza con un libro y revela que Víctor Hugo comió un par de asados con un militar de la represión uruguaya.

– Lo que, como todo el mundo imaginará -se hace el irónico Ferretti-, muda para siempre la historia política de América Latina.

– Lo que, si me disculpa, se inscribe -haya sido o no la intención del imprevisible Lanata- en una campaña sucia de desprestigio de Morales, que tiene menos que ver con su pasado que con su presente ultraoficialista.

– Para colmo, Víctor Hugo salió a pegar como un defensor charrúa en una final de Copa Libertadores. Arrancó bien, explicó con credibilidad el pecado que se le imputaba, elogió sorprendentemente el trabajo de Lanata en el teatro de revistas, hasta que…

– …Hasta que la ira pudo más, Ferretti, y se lanzó a una agotadora diatriba contra su atacante, al que casi terminó por augurarle una muerte cercana y  plagada de sufrimientos. Eso sí, rodeado de señoras reaccionarias con los labios hinchados de botox.

– Lo que se dice un debate adulto y respetuoso entre dos intelectuales.

– Nadie les pedía tanto, pero convengamos que esta vez los dos periodistas más famosos de la Argentina estuvieron a la altura de Matías Alé y Silvina Escudero.

– Y de paso nos privaron de reflexionar sobre temas bastante más enriquecedores que subyacen obviamente debajo de esta riña callejera: periodismo y compromiso político, dependencia de los dueños y los anunciantes, libertad de expresión, derechos de las audiencias.

– Ahora que lo dice, Ferretti, no creo que la pelea por las audiencias haya sido la que encendió la hoguera de las vanidades. Sí, tal vez, el choque entre dos egos que se autoerigen una coherencia histórica de la que quizás carezcan.

– Si me permite la imagen: un empate pírrico«.

22 Responses to La batalla cultural de los egos

  1. Andrés V dice:

    Estimado Abel,

    Muy buena la nota, y me asombra positivamente que se haya publicado en «la Nación».

    Lo más interesante de la cuestión, más allá de esta pelea puntual, es que me parece que reproduce el nivel de discusión que se da en la mayor parte de aquello que usted llama «la Argentina politizada».

    Dejando de lado ámbitos puntuales como el de este blog, la discusión política en nuestro país suele circunscribrirse – la mayoría de la veces de manera poco fundada – a las supuestas cualidades morales de los actores involucrados.

    Brillan en general por su ausencia, la discusión realista sobre las circunstancias objetivas que se presentan y sobre los posibles efectos de las alernativas de cursos de acción políticos posibles.

    Se me ocurre que en otros lugares, un nivel de enfrentamiento como el de Lanata y Victor Hugo hubiera resultado inacceptable, y su bajeza e inmadurez percibidas como tales. En nuestro país, lamento decir, servirá en muchos casos para alimentar un poco el odio faccioso de muchos de quienes se oponen al gobierno, así como el de aquellos que lo apoyan. La pelea entre estos ídolos de los medios masivos, servirá para fortalecer también un poco más los egos de las tribunas opuestas.

    Abrazo,

  2. Alberto dice:

    Esto es una signo del actual nivel de discusión política que pretende instalar el establishment mediático, hoy el mayor aliado de los golpistas conversos. Aquellos que décadas atrás irían a golpear las puertas de los cuarteles, y que ahora les abren las puertas de los estudios de tv bajo acuerdos ideológicos que se pactan cuales pautas publicitarias ; notar por ej. el giro que tuvo ultimamente el canal 26, que nunca fue un derroche de luces, o sí lo fue, pero ahora le están poniendo energía a instalar en cada noticia la idea de la incapacidad para resolver problemas sociales. La combinación de temas y jetones con que se arma el frente opositor de choque conforma sin duda una formula peligrosa y perniciosa para nuestra democracia como lo vemos además en el resto de los países de nuestra región. La victimización es el eje de todos los asuntos como más cablamente lo expresa ese esperpento de la antipolítica que es Macri, el más peligroso de todos los golpistas conversos, porque hasta ahora no fue derrotado, se muestra como víctima con constantes aspiraciones de victimario, casi una droga en siu caso. Creo que el debate cultural y político pasa por no ponernos en el lugar de los acusados y discutir en los términos que necesita la sociedad para constituir un estado popular conn soberanía económica. No es fácil, pero es la tarea.

  3. peter de A dice:

    Abel, es muy fácil echar la culpa de todos los males a dos egos, como en este caso los de Lanata y Victor Hugo. Pero para el caso: ¿no son los medios (incluyendo los blogs) los que alimentan todo esto al reproducirlo una y otra vez? Sin duda que es así. Sé que La Nación tiene mucha autoridad en la patria politizada, pero de tan moralista que es se le pasan las ironías por las narices, si no es es que sobreactúa su indignación. Si tnto molestan las hinchadas, entonces que no haya política, pero eso no puede ser. A veces las cosas no son ideales, y millones se pasan horas enteras perdieno el tiempo frente a la tele. ¿Pero quien es uno para decirle a los demás en qué se tienen que entretener?

    Saludos

  4. Ana La Plata dice:

    No acuerdo… Que pasaría si cualquiera,con tal de desprestigiarlos, los acusara a cualquiera de ustedes (autor del blog y comentaristas) de pedófilos? y salieran ustedes a defenderse… Habría forma de encuadrarlo en «una pelea de egos»? Miles de cosas se han dicho de VH, y algunas ha contestado y otras no… pero defenderse de que digan «vínculos con la dictadura» es solo caer en una palea de estimas o es algo mas profundo? Poner en igualdad de condiciones las frases desafortunadas de Victor Hugo,dichas casi en emoción violenta, con la canallada premeditada de Lanata es como poner en juego una triste teoría de dos demonios

  5. Abel B. dice:

    Peter, tengo que reconocer que su conclusión es justa «¿quien es uno para decirle a los demás en qué se tienen que entretener?».

    Pero me parecen equivocados los planteos desde donde parte: ¿Quíen echa la culpa de todos los males a dos egos? Yo no. Pliner, como mucho, dice que parece una pelea entre vedetongas: A mí, por ejemplo, Tinelli me aburre. Pero millones de personas lo ven, y no creo que a Tinelli le angustie lo que pienso mientras va al banco a depositar la recaudación.

    Y que «La Nación tiene mucha autoridad en la patria politizada»… Creo que mi amigo Gerardo Gonzáles es el último de sus lectores fieles.

    Saludos

  6. hector felix dice:

    La tácticamente desacertada defensa que de su historia hace VHM,
    no mejora la calidad de la canallada de Lanata, como para igualarlos en la percepción de sus conductas. Ademas de la anécdota de Lanata, motivo del fogonazo, ambos tienen una historia y eso hace la diferencia.-.

  7. Carlos G. dice:

    Acuerdo con el comentario de Ana, y agrego que no es Lanata, en este caso un simple alcahuete de turno, sino el grupo Clarín (y sus repetidoras) el protagonista «en las sombras» de una campañita que ya tuvo sus primeros escarceos con la nota que le dedicara la revista Noticias a VHM y que fuera presentada por el periodista (?) Zunino.

  8. Mariano T. dice:

    Eeeepa! Yo soy fidelísimo.

  9. Mariano T. dice:

    Pero qué dijo VHM al final para defenderse de una acusación tan grave? Que nunca fue al batallón Florida? Que allí no había detenidos políticos? Que no sabia nada? Que lo obligaron a ir?
    Encima en un tipo como VHM que levanta continuamente el dedito, m parece que en vez de desearle la muerte al otro debería haber dado explicaciones más consistentes. Yo lo escuche decir hace tiempo que por poco se había venido acá huyendo.

  10. Mariano T. dice:

    Historia que no parece favorecer a VHM. Salvo en su habilidad con el dinero, porque en vez de fundirse tres veces como el gordo ha amasado una envidiable fortuna (que no tiene nada de malo), veo la trayectoria de Victor Hugo bastante menos meritoria.

  11. peter de A dice:

    La contra en todo vos siempre, eh!

  12. Carlos G. dice:

    Evidentemente no has escuchado, leída por VMH en su programa radial, la nota que él mismo escribiera, años atrás, relatando estos hechos, así que ni siquiera es novedad.
    Mientras tanto seguimos dejando que «los muchachos» marquen la agenda de lo que se debe hablar en los medios, en la calle y en los blogs.

  13. Ana La Plata dice:

    Mariano… los negocios de Lanata se han fundido… El no siempre corrio la misma suerte. Es mas… en su fortuna personal le ha ido mejor que a sus negocios

  14. Norberto dice:

    No tenías necesidad de decirlo.
    Nunca menos y abrazos

  15. Norberto dice:

    Acuerdo con Ana, el departamento del palacio Estrogamou o la casita del Este no se compran ni se mantienen con los restos de las empresas fundidas, en las cuales nunca puso un mango y siempre se quedó con el resultado de la venta de las acciones que recibió por la «idea» o el supuesto «prestigio», diario Crítica por ejemplo.
    Nunca menos y abrazos

  16. Andrés V dice:

    Muy bueno lo de su blog Nando.. Me gustó..Pero veo que la discusión sigue planteada de esta forma: si soy oficialista, la moral de Lanata me resulta dudosa (mayoría de comentaristas en este blog). Si soy opositor (Marcelo T), los reparos son sobre la moral de VHM.

    Porque cuesta tanto encontrar a alguien que apoye al gobierno y al mismo tiempo considere que VHM cometió una bajeza?

  17. Y Andres, vea que en el encabezamiento del blog,puse aquello de Cabo, los leales critican los obsecuentes traicionan.
    La verdad que es muy dificil defender a la politica comunicacional del gobierno que entre el devaluado 678 y VHM no alcanza a encontrar alguien que toque en forma central la agenda necesaria para los problemas argentos

  18. Desde Mompracem dice:

    Las canalladas que se entrecruzan los dos divos están a la orden del día en el resto de los medios: ahí están los chismes del corazón como prueba. Entonces, si todo es vedetismo, y vedetismo es sinónimo de un arte rupestre de injuriar (Borges sabía de qué hablaba cuando denunció la decadencia de ese noble y difícil disciplina), no asombrars. En cuanto a egos…callo el nombre de la suprema egoarca para no levantar polvareda, pro hay muchos que la siguen a imagen y semejanza, sin alcanzarla, claro

  19. Yukio dice:

    Abel, no banco a ninguno de los dos fulanos. Los recuerdo a ambos como antiperonistas, con prescindencia de sus conversiones. Ahora bien, supongamos que se publica que alguien jugaba algun picadito con el tigre Acosta, y que ese alguien fuera antiK, cuánto tardaría la hinchada K en pedir el paredón aportando historias que adornarían la “revelación”? Pues el mismo tiempo que la hinchada contraria harìa lo mismo sin omitir suministrar evidencias adicionales a la indudable culpabilidad de ese alguien. Las dos actitudes operarían, creo, con total independencia de lo cierto de la publicación.

    El columnista de La Nación trivializa la discusión con el tema de los egos para cerrarla, que por ahí es lo que hay que hacer. La verdad es lo que las personas quieren creer que lo es. Aquí no hay honor en juego, sólo negocios.

    Yukio

  20. Mariano T. dice:

    Ninguno de los dos se caracteriza por honestidad intelectual.}
    Lanata es un demagogo, y acomoda todo a producir un efecto.
    VHM es un converso y un cruzado, ningun respeto por la verdad, y hasta por la lógica, para mi es inescuchable, así que me quedé sin su descargo, No creo que haya sido muy sólido.

  21. Politico Aficionado dice:

    No tengo dudas de la vocación democrática de VHM ni de su denuncia desde hace ya muchos años de las trapisondas del Sr Magnetto y su comparsa de terroristas mediáticos.

    No debe haber sido fácil salir a enfrentar en soledad al monopolio, como hicieron, en su momento, Claudio Díaz o Victor Hugo. Y me parece advertir una suerte de reedición de la teoría de los dos demonios en los planteos de varios de los comentaristas, ignorando, entre otras cosas, la diferencia de poder de fuego entre los contendientes.

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