Algo sobre sindicalismo y política – 2da. parte

Empecé este post subiendo opiniones y vínculos a otros blogueros peronistas que hablaban del mismo tema. Porque me parecía que eran aportes valiosos, y, sobre todo, para dejar claro que pienso en éste no como un debate teórico para llegar a la «conclusión acertada», sino como una discusión que no empieza ahora ni va a concluir pronto, una pelea política de muchas décadas donde no es posible separar los compromisos de las ideas.

Lo retomo ahora con un concepto básico que, casualmente, repasamos en ese almuerzo de hoy con dos compañeros con historia y presente en el peronismo: No tiene sentido pensarlo por separado del movimiento obrero organizado. Desde su origen, y hasta ahora, en armonía o conflicto, ha estado y sigue íntimamente vinculado.

En ese marco, vuelco entonces algunas opiniones mías. Para continuar la discusión, vieron?

Una: el hecho que hoy aparezcan señales de conflicto no tiene nada de sorprendente. Con la desaparición del llamado «Peronismo Federal» como alternativa, el único sector importante de la coalición política oficialista cuya suerte no estuvo vinculada al caudal de votos que consiguió Cristina Fernández – porque su poder no depende de otros resultados electorales que los de sus comicios internos – es el del sindicalismo peronista.

Es lógico, hasta inevitable, que la conducción política – en el peronismo, la o el Presidente – procure disciplinarlo, como al resto de lo que se llamaba «el dispositivo» – para enfrentar la tarea de gobernar, en el marco de una Crisis global y con la hostilidad implícita de grupos económicos poderosos.

También es inevitable que el sindicalismo trate de afirmar su propia agenda, la defensa de los intereses de sus organizaciones y de sus representados. Sabe que representan sólo una parte – considerable – de los 40 millones de argentinos de los que es responsable el gobierno. Pero se deben a sus afiliados, que son los que los eligieron. Además, tienen la conciencia, confirmada por muchos años de experiencia, que las conducciones políticas pasan y las organizaciones permanecen.

Otra: la sangre no va a llegar al río, ni siquiera al arroyo. Si hay algo de lo que entiende el sindicalismo, es de golpear y negociar. Golpear para negociar. Tienen además una conciencia afinada de las relaciones de poder – algo muy necesario para manejar un gremio. No se enfrentarán frontalmente a un gobierno con sólido respaldo popular, demostrado en elecciones muy recientes, y que ha mostrado capacidad de maniobra y decisión para usarla.

Además, aunque muchos de ellos no «tengan onda» con Cristina Fernández, y no lo oculten, los dirigentes sindicales se acuerdan con mucha claridad cómo estaban sus organizaciones y cuántos afiliados tenían al comienzo del ciclo Kirchner. Si la política dependiera de la memoria, no habría kirchneristas más fanáticos que ellos. No depende, ciertamente, pero saben que en Argentina hoy no existe una opción de poder más favorable a los intereses de los trabajadores organizados, o con la que puedan tener un mejor diálogo. Su interés prioritario está en defenderlo, y lo saben.

Por el lado del gobierno … es cierto que se ha permitido un cierto destrato con algunos dirigentes, que el periodismo asocia al estilo K. Se olvida que, cuando poco antes de la 1ra. asunción de Cristina, en 2007, Hugo Moyano «apretó» con la posibilidad de romper relaciones, Néstor Kirchner lo manejó con serenidad budista.

El kirchnerismo, como estilo político, acentúa el hábito peronista de la concentración visible del poder. Y es posible que Cristina, como mujer en una sociedad con algunos resabios machistas, encuentre necesario afirmarlo más aún. Pero su gobierno, como el de Néstor, ha mostrado también en la mayoría de los casos una afinada sensibilidad, casi gremialista, para medir la fuerza de quienes enfrentaba. Y las propias. No puede ignorar que no cuenta con otro sector social organizado más poderoso que el sindicalismo peronista.

De todos modos, la lucha interna y las ambiciones personales no han desaparecido en la vida política argentina (No hay noticias de una mutación milagrosa). Los sindicatos serán, simplemente, otros actores en la competencia interna que se desarrollará en el peronismo a medida que avance el mandato presidencial. Y no de los más ambiciosos.

El caso de Hugo Moyano tiene características especiales; su poder no surge, ni está limitado, por su condición de secretario general de la CGT. Es el líder de un gremio muy poderoso. Su trayectoria reciente en el Partido Justicialista le ha dado más problemas que ventajas (no tuvo ninguna). Pero tiene, desde la experiencia del MTA, el Movimiento de Trabajadores Argentinos que se enfrentó a Menem, la posibilidad de una práctica más cercana a una agrupación política sindical, no solamente gremial. Es posible que recuerde esa historia, y la evalúe.

Antes de volver a interrumpir el post (ahora tengo una cena… Se acerca fin de año, notaron?) quiero recordar una vez más la frase que Lorenzo Miguel solía decir en privado, antes de llamarlo a Matera. Era otra Argentina, otro sindicalismo y otra UOM, pero igual me parece oportuna «No puedo poner a un sindicalista a la cabeza de la lista, porque los muchachos no me lo votan«. Fíjense que no dijo «los sectores medios no me lo votan«. No. Era «los muchachos no me lo votan«.

(Continuará)

4 Responses to Algo sobre sindicalismo y política – 2da. parte

  1. Capitán Yáñez dice:

    Es de esperar que la lucha interna y las ambiciones personales no desaparezcan nunca de la vida política argentina, porque el dia que eso pase Argentina estará a la sartén.
    Mal que les pese a algunos doctos del MIT, Harvard y yerbas por el estilo, si alguien sabe de economía en este país… ese es el compañero Hugo Moyano. Reducidos los ferrocarriles a su mínima expresión, los muchachos moyanistas son los que llevan/traen/reparten todo lo que se produce/exporta/importa/consume/desecha en el país. Si alguien puede tomar el «pulso económico» argentino, ese alguien es uno de ellos, y sin necesidad de que computadoras de última generación resuelvan complejos sistemas de 148 ecuaciones ni derivadas cuartas de función alguna.
    Los chisporroteos Kirchner – Moyano ya son un clásico de la política argentina (concesión a Abel: un Racing – Independiente, superclásico del glorioso fulbo argento ahora que RiBer…), aderezados en la ocasión por el marasmo económico global y una interna cegetista que hasta llevó al bueno del Hugo, no hace mucho, a un incomprensible -para algunos- intercambio de flores con el Momo Venegas. En cuanto al primer punto, esto es el marasmo económico, como decía arriba, nadie mejor que Moyano para saber cuándo y cuánto puede «apretar». En cuanto al segundo punto… los muchachos sabrán como arreglárselas. O no.
    Supongo que, en el fondo, tanto Moyano como Cristina se divierten con las desaforadas espectativas que la ¿se puede todavía hablar de oposición? y sus preclaros escribas depositan en cada «enfrentamiento».
    Dos cuestiones finales:
    1) en este humilde comentario, «sindicalismo» está personificado en Moyano por razones obvias.
    2) según nuestro Gran Cacho Fontana, «si comió o bebió en exceso… ¡Paratrobil lo resuelve! Consulte a su farmacéutico… ¡Pa-ra-tro-bil!»

  2. ricardo j.m. dice:

    mas que el supuesto coflicto gob- moyano, esta mas que interesante el asunto interno de la cgt y sus elecciones el año que viene.

  3. […] nacional, y “dejarse de joder” (tanto). Ésta es la posición –bastante de derecha, ¿no?– de ortodoxos como Abel (que además, casi en chiste, muestra la hilacha macartista, hablando de la “infiltración […]

  4. […] nacional, y “dejarse de joder” (tanto). Ésta es la posición –bastante de derecha, ¿no?– de ortodoxos como Abel (que además, casi en chiste, muestra la hilacha macartista, hablando de la “infiltración […]

Deja un comentario

Este sitio utiliza Akismet para reducir el spam. Conoce cómo se procesan los datos de tus comentarios.