La búsqueda del voto perdido (anti K)

Esta mañana, avanzando (lentamente, claro) por la Avenida 9 de Julio, tuve ocasión de ver un bonito afiche, repetido a lo largo de unas cuantas cuadras. Sobre fondo blanco, las caras de Hermes Binner, Cristina Fernández de Kirchner – en el centro – y Alberto Rodríguez Saá. Abajo, en letras grandes decía JUNTOS, y más abajo aún, una frase corta mencionaba el 23 de octubre próximo.

Me hizo pensar en la frase de un twittero al que sigo «Por quién doblan las campañas«, y me motiva a subir un breve post sobre el asunto. Después de dos entradas en las que traté de plantear temas políticos menos coyunturales, se me ocurre que este afiche tiene algún interés. Menor, pero lo tiene.

Porque es un obvio esfuerzo por canalizar el voto que se define por su oposición al kirchnerismo y al «modelo». La inclusión del Alberto en el trío apunta – elemental, Watson – al Dr. Duhalde.

Ahora, yo conservo por el anterior Presidente – elegido por el Congreso, pero Presidente al fin – un cierto respeto. Tomó decisiones difíciles y necesarias en su gestión. Creo que las hizo mal, pero mucho peor habría sido no tomarlas (miren a Europa, para ver a qué me refiero). Y el peronismo le debe haber luchado contra un Menem decadente en 1999 y en 2003. Quizás – no es seguro, pero posible – nos habría arrastrado en esa decadencia política.

Cometió, seguro, gravísimos errores. «El que esté libre de culpa...» decía un notorio agitador. Pero, al fin de cuentas, estoy de acuerdo con Pampuro y con Artemio López que Karpov no es. Su desubicación – asombrosa en un político de su trayectoria – se me reveló en 2005, cuando enfrentó a la vez al Presidente de la Nación, Néstor Kirchner, y al gobernador de Buenos Aires, entonces Felipe Solá.

Pero creo que su estrategia actual muestra incapacidad para aprender de la experiencia. Porque Duhalde ya canalizó en las primarias del 14 de agosto un voto anti K.

Había sumado a lo largo de los dos últimos años – pude percibirlo – un voto no peronista, que aceptaba algunas políticas del gobierno nacional, pero rechazaba el «estilo K». Y en el mes previo a la primaria consiguió sumar los votos de los que estaban dispuestos a votar a Drácula, si Drácula, como Duhalde, pareciera ser el opositor más sólido contra el kirchnerismo.

Y todo eso, más el siempre presente «efecto ambulancia» – el sumar a los pequeños dirigentes y punteros que quedan fuera de la lista oficialista (y, en Buenos Aires, de la de Narváez) – le dió un poco más del 10 % el 14 de agosto.

Creo que la conclusión es inescapable, y se aplica no solamente a Duhalde. Carrió – «medium» de los sectores medios con un rechazo de piel a los K, según la bautizó Manolo Barge – obtuvo el 3 %. No veo chance que en octubre mejoren, y sí de que empeoren.

La sociedad – o, como se decía antes, el pueblo – aún los opositores al gobierno, quieren algo más que un Frente del Rechazo. Hay toda una camada de dirigentes políticos que se han mostrado incapaces de proporcionarlo, y su jubilación es inevitable.