la campaña en la Capi – La encuesta de Poliarquía

Ayer subí un post breve la campaña en la Capi ¿Qué pasa? en que hablaba de lo que pasaba con el FPV en la Capital Federal. Ahí dije de la sensación que en la Capital “la campaña todavía no empezó“, a pesar que las elecciones son en justo tres semanas. Y a pesar del esfuerzo que despliegan candidatos y militantes. Varios visitantes, todos porteños, aparentemente, comentaron que sentían lo mismo.

Hoy domingo LaNación publica la encuesta de Poliarquía que le da, tentativamente, a Mauricio Macri  el 40,8 por ciento de intención de voto, contra el 23,2 por ciento de Daniel Filmus. Siguen Pino Solanas con 13,1 por ciento, y un pelotón de candidatos con menos de cinco puntos. Y me invade una nueva sensación: que estos números impulsarán a quienes toman decisiones en la campaña, como les contesté a esos comentaristas. A mí, que no estoy en esa categoría, me motiva para escribir.

Ante todo, algunas prevenciones: «Todas las encuestas – por lo menos, antes de la última semana de la campaña – son operaciones políticas de quien las paga«, según la autorizada opinión de Artemio López. Y, agrego yo, de quien las publica. Pero esto debe ser considerado a la luz de un hecho: sirven como operaciones políticas si son creídas. Poliarquía – que acertó al predecir la victoria de De Narváez en el 2009 – tratará de no rifar ese prestigio.

En realidad, salvo por la distancia entre el primero y el segundo, éste es el cuadro que la dirigencia política ya manejaba. Si pienso que esa encuesta servirá como choque y motivación es porque aparecer en los medios gráficos, curiosamente, lo hace más “real”. Aún para los dirigentes.

Ahora, me parece importante destacar las notas que acompañan a la encuesta.  Alejandro Catterberg detalla Las razones que explican la diferencia. Una descripción lúcida, en muy breves párrafos, del panorama electoral a hoy, que además dice mucho sobre los votantes de la Capital.

En especial, lo que dice de los cuatro sectores en que se dividen los porteños (no sólo los porteños, también agrego yo): «Existen dos ejes, la aprobación y rechazo al gobierno nacional y la aprobación y rechazo al de Macri. De la combinación de estas dos variables se obtienen cuatro tipo de electores. Por un lado, están quienes están satisfechos con ambos gobiernos, que son alrededor del 20% de los porteños. Entre ellos, Macri alcanza al 64% de intención de voto y Filmus sólo obtiene el 13%, sin lograr que se traslade a su caudal electoral la aprobación a la gestión de Cristina Kirchner.

Donde se impone claramente Filmus es en el electorado que aprueba la gestión presidencial y desaprueba la de Macri. Este segundo grupo representa cerca del 30% de los porteños y allí el ex ministro de educación logra el 67% de intención de voto, mientras que Macri saca menos del 1%.

Por otro lado, hay un tercer grupo, constituido por un tercio del electorado porteño, que rechaza a Cristina, pero aprueba la gestión macrista. Macri se lleva el 75% de los votos de ese sector, Filmus nada.

¿Dónde se hace fuerte «Pino» Solanas? En el cuarto grupo, el 15% del electorado que es a su vez antimacrista y antikirchnerista. Aquí, Solanas gana cómodamente y obtiene más del 30% de los votos. Incluso en este sector María Eugenia Estenssoro y Ricardo López Murphy obtienen más votos que Mauricio Macri»

Si bien es un cuadro estático – no se percibe, por ejemplo, el fenómeno en que Artemio insiste, la conurbanización que avanza – y que estimo es muy real – igual considero que es una lectura imprescindible para el que pretenda armar una estrategia (¿Se puede hablar de estrategia a esta altura? Seguro; pero eso lo defiendo más adelante).

También vale la pena leer a Sergio Berensztein, que nos dice: «Un gobierno con un nivel de aprobación razonable y una oposición fragmentada e incapaz de capitalizar el desgaste y los errores no forzados del oficialismo. Una campaña light, sin debate de ideas ni esfuerzos efectivos para entusiasmar a la ciudadanía. Si no ocurren cambios significativos hasta la elección, y no falta mucho tiempo, la hipótesis de un triunfo del partido de gobierno es la que tiene mayor probabilidad. Curiosamente, esta descripción es válida tanto para analizar la coyuntura política de la ciudad de Buenos Aires como también la nacional«.

Sumemos esto a uno de los resultados de la encuesta – el que más les cuesta asumir a mis amigos antikirchneristas y, en realidad, a todos mis amigos ideologizados: «El sondeo revela un nivel de aprobación de la gestión de Macri del 54 por ciento, pero también refleja una de las más altas valoraciones que haya tenido en la Capital la administración de Cristina Kirchner, que alcanza el 49 por ciento» ¿Se dan cuenta que ahí la encuesta está diciendo lo que Catterberg detalla?

Ese párrafo debe leerse teniendo presente algo que cualquier político entiende: la aprobación popular es un factor importante para todo gobierno, aún el más autoritario. Y decisivo para uno democrático. Pero si no consigue que esa aprobación se refleje en los resultados electorales, en posiciones de poder… no será capaz de tomar decisiones y afrontar crisis. No será capaz de gobernar.

El problema que enfrentan los estrategos de Cristina Fernández en la Capital es el de todos los políticos, en cualquier lado ¿cómo transformar la aprobación popular – los que la tienen – en resultados electorales? Eso, aparentemente, no lo está consiguiendo.

Algunos dirán que la suerte está echada; que las tres semanas exactas que faltan para el 10 de julio no alcanzan para remontar esta diferencia entre el 1° y el 2, si la encuesta es válida, claro. Sostengo que están equivocados. Que faltan seis semanas, en dos campañas iguales en el tiempo pero diferentes en su contenido.

Porque ya sabíamos mucho antes de esta encuesta lo que ella nos confirma: Que ningún candidato, ni Macri, ni Filmus, ni Solanas va a reunir el 50 % + 1 de los votos. Que, entonces, el 31 de julio habrá una segunda vuelta. Entre Macri y Filmus – casi seguro – o entre Macri y Solanas – muy difícil.

El desafío de la candidatura del Frente para la Victoria en esa segunda etapa será la de sumar los votantes que en la primera habrán elegido otras boletas. No sólo porque estará en juego el 2° padrón electoral, la 1° ciudad, el 3° presupuesto del país. Sino también porque se enfrentará a ese centro derecha light, sin discurso ideológico, con un barniz semi populista, que será su rival principal, ya sin Macri, en la elección nacional. Es un buen ensayo.

Por supuesto, debe tratar de atraer a quienes votaran a Proyecto Sur – una misión casi imposible hoy porque es su directa competencia, y que complica aún más una campaña sucia – o una provocación de terceros – como la que preocupa aquí a mi amigo Néstor Sbariggi.

Es posible que no sea tan difícil después del 11 de julio. Es un electorado más politizado, y se puede llegar a acuerdos – sino con Pino Solanas, con figuras con legitimidad en esa clase media con una visión ética – sobre políticas y lugares en el gobierno de la Ciudad que atraigan a por lo menos parte de él. Pero no alcanzaría.

Para derrotar a Macri, el FPV, o eventualmente, Proyecto Sur, deberían conseguir lo que la campaña publicitaria de Filmus procura, sin éxito: discutir sobre la gestión en la Ciudad. En lugar de estar asociados a la pelea con el Grupo Clarín, o – en el caso de Pino – los desastres ambientales de la minería, deben responder a los puntos que se anota Macri con el Metrobus, consiguiendo que los votantes se preocupen por la falta de gas en el Hospital Borda por casi dos meses, o por el paro en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez.

Es decir, es necesario abandonar la confortable fantasía que los votantes de Macri viven todos en Barrio Norte y Recoleta, y no, como indica la realidad, en la Zona Sur.