Ctdor. Magnetto ¿Ud. lee Clarín?

Es una pregunta con onda, créame. Aunque como buen peronista soy razonablemente disciplinado y estoy del lado del gobierno en la actual pulseada; aunque como ciudadano apruebo la limitación del poder económico y mediático de un Grupo que – si no estuviese conducido por ejecutivos de la más rigurosa ética – podría usar ese poder para influir en licitaciones y, en general, acumular aún más prebendas del Estado nacional y de los subnacionales, … Aún a pesar de todo eso, evalúo que es muy difícil que Clarín desaparezca en el futuro cercano, o que se vea reducido a competir con El Sol de Quilmes. Y siendo así, será necesario, en el mediano y largo plazo, elaborar políticas que contemplen la existencia de grupos propietarios de medios nacionales en una sociedad moderna. Después de todo, cuando lleguen los Sres. Slim o Murdoch, quizás lo extrañemos a Ud., contador…

De ahí mi inquietud. Estaba leyendo Corrupción y libertad de prensa en un informe de los EE.UU en el Clarín del sábado 9, sin esperar ninguna sorpresa. Seguro, el Departamento de Estado tiene la simpática costumbre de elaborar informes sobre la conducta de todos los otros países, y siempre se puede encontrar algún párrafo que sirva – cuando el medio está enojado con el gobierno, claro – para demostrar que «nos estamos cayendo del mundo». Después de todo, ¿quién lee esos pesados documentos originales, y en inglés?

No es que yo sea un admirador de cómo se ejecuta nuestra política exterior, más bien todo lo contrario, pero notas como las del ignoto Sr. Daniel Fisk hoy, en ese mismo diario, me parecen lamentables.

No importa. Eso está dentro de la práctica cotidiana de los medios masivos – no es como si hubieran empezado con los gobiernos Kirchner – y, como le dije, no esperaba sorpresas. Como que el redactor tradujera y publicara también esto:

«En los párrafos sobre la libertad de prensa y de expresión, el Departamento de Estado comienza dejando sentado que “los medios independientes son numerosos y activos, y expresan una amplia variedad de puntos de vista”. Y luego dice que “muchos medios” de prensa son “propiedad de compañías privadas que tienen un amplio abanico de intereses en negocios externos” a los del periodismo, “y conexiones políticas que influenciaron el contenido de sus reportes”. Además, “observadores notaron que algunos conglomerados usaron sus medios como una herramienta para generar críticas a las políticas de gobierno”.»

Una leyenda urbana sostenía hace algunos años que Clarín era, bajo cuerda, propietario de Página 12. ¿No estará surgiendo la contraria? Contador, creo que el problema es que – más allá de la defensa y promoción de sus intereses, que nadie cree que dejará de hacerlas – parece que la política partidaria, como dijo un famoso pensador argentino «no es asunto del arma de caballería», ni tampoco de los dueños de periódicos. No les está saliendo bien.

Me permito sugerirle que, siguiendo la tradición que imprimieron a ese diario Noble y Frigerio, se dediquen preferentemente al lobby de políticas económicas. Por ejemplo, esta nota central de su Suplemento Económico del domingo «Las empresas que más sufren con el retorno del dólar barato«, es interesante y oportuna. No es que me conmuevan los lamentos de algunos empresarios que no invierten y pagan una parte de los sueldos en negro, pero si en algo concuerdo con mi amigo EduA, es en los peligros del atraso cambiario cuando se une con la inflación.

Por supuesto, esto no se resuelve desde la teoría económica, sino desde el equilibrio de intereses. Y es legítimo que los industriales en serio, como don Paolo Rocca, por ejemplo, presionen por la devaluación. Después de todo, aunque Verbitsky diga que Techint es una transnacional italiana, ella, como el Grupo Clarín, son parte clave de la «burguesía nacional» realmente existente. Como dicen ahora, es lo que hay.