me quedé pensando en Lanata

cuando leí este magnífico post – un breve resumen de los últimos 80 años de la política argentina, junto con algunos datos valiosos sobre la prehistoria de la Revolución Bolchevique – del imprescindible Manolo. Donde además agrega, como elemento ordenador, este concepto: «Un Periodista es un Traficante de Información, y el límite con un agente de Inteligencia es demasiado tenue. Sorge, Markus Wolf, Amleto Vespa,  Kim Philby, Rodolfo Walsh, (fueron las dos cosas). La Búsqueda y Control de Fuentes; la recolección, organización, filtrado, análisis e intercambio de Información; todas tareas que deben ser cumplidos por ambas Profesiones«. (Edgardo, escuchá).

Quiero dejar claro algo de entrada: lo anterior no es un ataque contra Lanata (ser recordado cuando se lee sobre Sorge y Rodolfo Walsh no está mal, además). La hinchada kirchnerista de la blogosfera lo ha convertido en uno de sus blancos favoritos, mezclado con Tenembaum y Morales Solá; lo que muestra que lo que les importa no es si tienen algo en común, sino que se han puesto en la vereda de enfrente del gobierno K.

 

A mí, lo confieso, el gordo no me cae simpático. Lo encuentro algo soberbio: un tipo inteligente y culto que se cree más inteligente y culto de lo que es. Pero lo respeto como alguien que marcó una nueva época en el periodismo argentino. Página 12 de los comienzos no fue Lanata solamente, por supuesto, pero él contribuyó mucho a darle estilo e identidad.

Lo que sucede es que el calor me desalentó para hacer trabajos intelectuales exigentes. Escribo posts breves, de oportunidad, como los últimos. O me dejo llevar por la asociación de ideas. Lo que se me ocurrió es preguntarme por qué Jorge Lanata hoy es mucho menos significativo para el periodismo y mucho menos influyente como agente político que lo que fuera 20 años atrás.

Y entonces me acordé de Jacobo Timerman. Fundador de Primera Plana y de La Opinión, fue en la década del ´60 – tan pivotal en la Argentina como en el resto de Occidente – un creador en el periodismo y un actor clave en el ambiente cultural, es decir, en la política (esto siempre es cierto. Pero en los ´60 era más cierto que hoy). Fue más importante que Lanata. Quizás más que Roberto Noble. Si no construyó un imperio semejante al Grupo Clarín, fue a lo mejor solamente porque para un inmigrante judío era una tarea mucho más difícil que para un miembro de la vieja oligarquía argentina.

Su vida tiene elementos de tragedia griega. Porque fue uno de los autores intelectuales del golpe del ´76. Ojo: el golpe, después de la muerte de Perón, era casi seguramente inevitable. Pero él trabajó desde La Opinión para que se diera. Y, ingenua, infructuosamente, para moderarlo, ponerle límites. Sectores poderosos del Ejército aprovecharon su imprudente asociación con David Graiver para detenerlo y torturarlo. Expresaban un antisemitismo residual, pero también el odio a la modernización de la cultura argentina que el impulsó y representó.

¿Qué tiene que ver con Lanata? Bueno, Timerman sobrevivió. Fue liberado por presión directa, y muy dura, de los Estados Unidos. Se convirtió en un caso emblemático. Su persecución y tortura figuraron en los diarios internacionales que cuestionaban al Proceso, cuando todavia no tenían espacio para las Madres de la Plaza de Mayo. Cuando volvió la democracia, retornó a la Argentina. El gobierno de Alfonsín – para muchos de sus miembros era además un héroe cultural – lo indemnizó, le devolvió sus propiedades y le dió el control de un diario vespertino muy tradicional «La Razón».

Y no pasó nada. Jacobo Timerman continuó esforzándose. Dió rienda suelta a su oficio y a su mal humor. Pero nunca logró ni una fracción pequeña de las ventas ni, mucho menos, de la influencia que supo tener.

Para que Lanata no me odie demasiado, aclaro que no le estoy lanzando una maldición. Sus actuales frustraciones no tienen por qué ser permanentes. La reflexión que me hago es que el talento es un elemento imprescindible, pero funciona y brilla sólo cuando se da en el tiempo apropiado. Los liderazgos culturales, como los políticos, surgen de la interacción entre un hombre (o una mujer) y la sociedad en que está inmerso. Y ya Heráclito nos advirtió hace mucho que nadie se baña dos veces en el mismo río.

2 Responses to me quedé pensando en Lanata

  1. […] les refresco una reflexión que hice por noviembre. Lanata, como Jacobo Timermann, me interesa más por el fenómeno cultural […]

  2. […] fuera por el conflicto. Me deja pensativo la repercusión que consigue Jorge Lanata, un periodista cuyo cuarto de hora estaba en los últimos años tan agotado como el de Jacobo Timerman en los ´80. . El punto central, para mí, es que esta “batalla […]

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