¿Y si nos insubordinamos?

Las entradas anteriores – como muchas en este blog – vuelven en algún momento al mismo punto. Ante Obama, ante la crisis financiera, ante la reunión del 15 de noviembre en Washington,… ¿Qué hacemos nosotros? Nosotros puede ser el gobierno, la dirigencia, los nacionales, los argentinos… Francamente, me parece fenómeno. Como ya dije en algún lado, la política de denuncia, el descubrir triunfalmente que el adversario es corrupto, cipayo y malo, creo que es un poco limitada.

Claro, eso obliga a tratar de avanzar en las respuestas. Por prejuicio personal, tiendo a pensar que las claves están en la política. Y, sin ser economista, sé lo suficiente del asunto para tener claro que la política más hábil no tiene éxito sin estrategias económicas acertadas (Lo sé, compañeros perucas. Siempre hemos dudado de esto. Y así nos fue).

Pero uno no debe olvidarse el rol de la teoría, y de los valores. Porque es ahí donde se encuentran respuestas a una pregunta ¿Para qué? ¿Para qué son acertadas las estrategias económicas? ¿Para qué la política? Por supuesto, están los Libros Sagrados, y cada iglesia tiene los suyos. Pero no están vivos si no se trabaja sobre ellos, se los critica y se los reescribe, por lo menos una vez por década.

Francamente, tengo que confesar que en este nivel no había pensado en mi amigo Marcelo Gullo. Lo conocía como un rosarino, con títulos en ciencias políticas y relaciones internacionales de Rosario, Madrid y Ginebra. Y actor y víctima de las internas rosarinas, que son bravas. Sabía de su compromiso en pro de la integración latinoamericana, porque colabora – como yo – con el Foro San Martín, que trata – sin demasiado éxito hasta ahora – de contribuir a ella.

Había leído su «Argentina-Brasil La gran oportunidad«, con el que estaba de acuerdo. Pero en cuanto a la teoría, lo vi muy en la línea de Abelardo Ramos. Por supuesto, respeto profundamente al Colorado, y, sobre todo, al trabajo de formación de discípulos y seguidores que supo realizar. Pero sentía que – como Libro Sagrado – había dado todo lo que tenía que dar.

Bueno, estaba equivocado (no por primera vez. Supongo que también jugaba la actitud tan nuestra de «Qué va a ser el Mesías, si su viejo tenía una carpintería al lado de mi casa«). En su libro más reciente «La insubordinación fundante» hace un aporte que me parece muy valioso al pensamiento conceptual sobre estrategias nacionales.

Como no estoy en condiciones de emprender el análisis aquí, voy a parafrasear el que hace Don Helio Jaguaribe (pónganse de pie) en el prólogo, sin el entusiasmo lusitano. Jaguaribe además lo acerca a mi corazón al situarlo en el ámbito de la escuela realista de Hans Morgenthau y Raymond Aron «Son las condiciones reales de poder las que determinan el poder de los Estados, incluidas en esas condiciones la cultura de una sociedad y su psicología colectiva«.

Gullo mira el mundo como un intelectual sudamericano, desde el Mercosur, más restrictivamente, desde el ámbito argentino-brasileño. Es decir, desde la periferia. Y analiza cómo países periféricos en general y, más específicamente, Estados Unidos, Alemania, Japón y China – citados por el orden cronológico de sus respectivas revoluciones nacionales – lograron salir de su condición periférica y se convirtieron en países efectivamente autónomos, en interlocutores internacionales independientes. Conduce a una discusión de la situación de Sudamérica y de cómo la región podría, a su vez, superar su condición periférica y convertirse también en un interlocutor internacional independiente.

Su enfoque es histórico – otra cosa que me gusta – y ve las relaciones internacionales, desde la antigüedad oriental a nuestros días, como relaciones de subordinación en las que se diferencian pueblos y Estados subordinantes y otros subordinados. En cada ecúmene y en cada período histórico, encuentra un sistema centro-periferia, marcado por una fuerte asimetría, en la que provienen del centro las directrices regulatorias de las relaciones internacionales y hacia el centro se encaminan los beneficios, mientras la periferia es proveedora de servicios y bienes de menor valor, y queda, de este modo, sometida a las normas regulatorias del centro.

Reconoce que las características que determinan el poder de los Estados cambian históricamente. Por ejemplo, en el mundo occidental de la Edad Moderna puede observarse que la hegemonía española de los siglos XVI a XVII, seguida por la francesa, hasta mediados del XVIII, se fundaban, económicamente, en un mercantilismo con base agrícola y, militarmente, en la capacidad de sostener ejércitos permanentes importantes.  A partir de la Revolución Industrial se produce un profundo cambio en los factores de poder y, Gran Bretaña, como única nación industrial durante un largo período, pasó a detentar una incontrastable hegemonía. Algo similar sucederá, ya en el siglo XX, con Estados Unidos.

Gullo desarrolla un sistema de categorías: las de «umbral de poder«, que determina el nivel mínimo de poder necesario para participar del centro, la de «estructura hegemónica«, la de «subordinación ideológica«, la de «insubordinación fundante«; y el «impulso estatal«. Analiza los exitosos procesos de industrialización de Estados Unidos, Alemania, Japón y China. Muestra que la superación de la condición periférica dependió, en todos los casos, de una vigorosa contestación al dominante pensamiento librecambista, y, mediante una «insubordinación ideológica», se logró promover, con impulso del Estado y con la adopción de un satisfactorio proteccionismo del mercado doméstico una deliberada política de industrialización.

Así lo hizo Estados Unidos con la tarifa Hamilton de 1789, a la que seguirán nuevas y más fuertes restricciones tarifarias, como la tarifa Mackinley de 1890. Así también se condujo la Alemania de Freidrich List, empezando con el Zollverein de 1844. Japón, más tardíamente, seguirá el mismo ejemplo, con la Revolución Meiji de 1868. Sobre China, Gullo no se decide, me parece, a cuestionar a fondo a Mao, pero ve en Deng Xiaoping el que adopta racionalmente en su período de gobierno (1978-1988) el principio del impulso estatal, combinándolo con una política de libertad de mercado «selectiva» bajo la orientación del Estado. Gracias a ello China mantiene, desde entonces e ininterrumpidamente, tasas anuales de crecimiento económico del orden de 10 por ciento, y alcanza ya a convertirse en la tercera economía del mundo.

Este libro lo presenta mañana martes 11 de noviembre Alberto Methol Ferré (de pie) a las 19,30 hs en el auditorio de la Asociación del Personal de la Universidad de Rosario (A.P.U.R.), en la Calle Córdoba 2971. Sugiero a los rosarinos que vayan, y a los otros que lo compren. Pero sobre todo, discútanlo.

1 Responses to ¿Y si nos insubordinamos?

  1. […] de reescribirlo a Jauretche Hace poco dije que todos los Libros Sagrados deberían ser reescritos – o por lo menos, releídos con ojos nuevos […]

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