Plantear la opción de hegemonía o consenso es válido en términos de proyectos políticos.
Pero estos siempre se despliegan en un espacio y en un tiempo; para este post, elijo pensarlos desde Argentina y en estos dos años.
En este 2023, se van a enfrentar por la Presidencia de la Nación dos grandes coaliciones.Una está en el gobierno y quiere conservarlo; la otra cree tener una alta probabilidad de ganar las elecciones. Entonces, ¿Qué incentivo hay para consensuar, cuando los votos de ambas se apoyan en gran parte en el rechazo a los otros?
La gente sensata dice que se puede competir y al mismo tiempo lograr consensos en algunos temas importantes para el país.Es posible, pero muy difícil.Estamos en tiempo de internas, hay un premio para la violencia discursiva. Aún los que hablan de consensuar o de poner fin a la grieta, tienen que mostrarse duros con el Otro Lado.
Y cuando estén definidas las internas estaremos muy cerca de las elecciones generales.
Resumen 2023 es un año de competencia,no de consenso.
En 2024 no habrá hegemonía de ninguno de los dos “lados” de la política y la sociedad argentina. En octubre de este año uno de los dos ganará las elecciones, tendrá el Ejecutivo Nacional y quizás, mayoría en el Congreso. Pero eso no constituye hegemonía.
En 2019 el Frente de Todos obtuvo esas herramientas de poder político. Se puede decir que no pudo, no supo o no quiso acumular poder. Pero el hecho es que luego de un fracaso en su gobierno, la fórmula Macri-Pichetto sumó un poco más del 40% de los votos. Es decir cerca de la mitad del electorado.
Juntos por el Cambio tiene más vínculos con el poder económico , más fuertes alianzas internacionales y mucha mayor inserción en el Poder Judicial. Pero en 2015 ganó el gobierno nacional y la provincia de Buenos Aires. En 2017 triunfó en las elecciones legislativas. Y, aún así,en 2019 estaba vigente la posibilidad de un frente “panperonista” que lo derrotó.
En realidad, en buena parte de los últimos 77 años, el sector antiperonista de la sociedad argentina, contó con todas esas herramientas, más el poder militar. Y el peronismo volvió una y otra vez.
Entonces ¿La hegemonía y el consenso son ambos sueños imposibles en la Argentina moderna? No, la realidad mundial muestra que consensos democrático sólidos son posibles – no hay tantos, es cierto- , usualmente desarrollados después de una hegemonía exitosa y prudente. Pero ninguno que se construyó en dos años.