Este fin de semana y el lunes, cuando se cumplen 10 años del día en que el cardenal Jorge Bergoglio fue elegido Papa, los medios e internet estarán llenos de notas sobre el asunto. No aspiro a competir con ellos. La mía es una mirada muy laica. En realidad,la intención de este post es especular sobre algunas corrientes profundas en las que navegan tanto la “barca de Pedro” como todos nosotros.
Cuando fue elegido en ese día , hace diez años, Francisco dijo :”mis hermanos cardenales han ido a buscar obispo al fin del mundo. Encuentro esa frase iluminadora. Una mayoría de los cardenales habían decidido elegir a un argentino, el primer Papa latinoamericano. Hasta se puede agregar que es el primero no europeo en muchos siglos, (porque el que inicia la serie San Pedro fue un inmigrante del Medio oriente en Roma) . La iglesia católica fue la nodriza y maestra de lo que se llama civilización occidental, nacida en Europa. Con elementos del pasado grecorromano y la religiosidad monoteísta del Oriente contribuyó a forjar una nueva identidad. Y hasta el Renacimiento y Reforma fue la institución rectora de esa sociedad.
Después,siguió siendo uno de sus actores claves, defendiendo valores tradicionales. Hasta la primera parte del siglo XX , un escritor tradicionalista, Hilare Belloc podía afirmar “La Fe es Europa y Europa es la Fe”
Esa sociedad, mejor dicho sus potencias dominantes eligieron el suicidio en 1914, cuando desataron la primera guerra mundial.
Atención: lo que hoy se llama Occidente , los EEUU ,la UE, Australia, Nueva Zelanda….. sigue siendo un actor clave en el escenario global .Pero Europa es post-cristiana. En sus iglesias hay más turistas que fieles.
Así,la Iglesia Católica Apostólica Romana , que fue, y sigue siendo, defensora de valores tradicionales de occidente, a partir de mediados del siglo pasado empieza un proceso de apertura hacia otras religiones y otras culturas. Juan XXIII y el Concilio Vaticano II son los primeros pasos de este diálogo. Que lleva hasta Francisco. El Papa argentino se ha reunido con respeto y apreciación con las cabezas de otras iglesias cristianas y otras religiones. Insiste en reconocer los valores de otras culturas y otros caminos hacia Dios.
En un plano más político, que un jesuíta nunca dejará de tomar en cuenta, hoy el Colegio de Cardenales es más diverso, en sus orígenes que nunca en toda la historia de la iglesia.
Este camino que me animo a llamar post-occidental se hace más notorio al recordar el momento de la elección de Francisco. Acababa de renunciar un pontífice, el primero en 800 años. Y no cualquier pontífice, un teólogo alemán de los más sutiles y profundos. Su diálogo con el filósofo Habermas, por ejemplo, muestra una actitud lúcida y crítica de la fase actual de la modernidad europea. Benedicto XVI al dimitir, más alla del escandalo de pedofilia, parece estar diciendo que las respuestas europeas ya no alcanzan para el mundo. Ni para la Iglesia.
La elección de Francisco entonces, me gusta pensar que es una apuesta de la Iglesia que latinoamerica, la hija mestiza de occidente, puede ser un puente (pontífice significa constructor de puentes) hacia la unidad del mundo en el que ya estamos viviendo.
Quiero agregar algo que ha sido notorio desde los primeros momentos de su papado. Con palabras, gestos y hechos hace explícita la vocación por los pobres y excluidos. Está, por supuesto, ha sido una preocupación de la iglesia desde siempre.
Su Fundador, recordemos, insistía que de los pobres era el reino de los cielos y que es más facil que un camello pase por el ojo de una aguja que un rico entrará en él.
Muchos miembros de la Iglesia tuvieron esto claro desde los primeros siglos y hasta fueron elevados a la santidad, pero no han sido tanto los pontífices que lo plantearon como la preocupación central de su magisterio.
¿Será una tendencia tan profunda y decisiva como la apertura al mundo no cristiano, no europeo al que me he referido?
No lo sabemos.
Cuando ya a mediados del siglo XIX la iglesia se preocupa por la cuestión social y surgen sindicatos y uniones católicas de obreros, ser trabajador, ser obrero era una identidad. Y una identidad orgullosa. Ser pobre, ser excluido no es una identidad, es una situación.
¿Podrá eso ser la semilla de algo más?
Mi impresión, por lo que valga, es que Francisco se esfuerza en ello. Que Dios lo ayude.