La carrera hacia la candidatura presidencial del frente de todos es por ahora, una caminata lenta y algo erratica ( en cambio, la de juntos por el cambio se parece mas a una contradanza). Sostengo que esta es una etapa inevitable y predecible hasta que la mayoria de los futuros votantes asuman que van a elegir presidente/a.
En realidad, aceptemos que hay algunos elementos peculiares en la situación del peronismo. Hay un liderazgo nacional, el de Cristina Kirchner, que cuenta según las encuestas con un porcentaje importante de votos propios, una militancia fervorosa y su candidatura, en cualquier lugar de la boleta, seria muy importante para favorecer el triunfo en la decisiva provincia de Buenos Aires.
Pero Cristina ha dicho que no sera candidata a nada.
Hay un referente que aparece tomando las decisiones del dia a dia del gobierno que afectan a las vidas de todos y que aporta una cuota de decisionismo que le faltaba a este gobierno. Sergio Massa, es el candidato in pectore de una parte considerable de la dirigencia gremial, y de la dirigencia territorial no bonaerense del peronismo. Y tambien cuenta con respaldo fuertes en Buenos Aires.
Pero casi todos esos dirigentes creen que Sergio no se sambullira a la pileta si no hay agua
Alberto Fernandez es el presidente y por lo tanto cuenta con un efecto arrastre, es dificil competir en el mismo partido contra un presidente en ejercicio.
Pero su candidatura solo despierta el entusiasmo de el mismo y de algunos funcionarios.
Y ninguna de esas tres posibles candidaturas garantiza hoy segun las encuestas una victoria en las futuras elecciones presidenciales. Esto explica el malestar actual «perder no es peronista».
Ya dije en este blog que esta etapa de las competencias internas induce a error en las encuestas, asi como hay un voto solido anti peronista/ anti k tambien hay una masa muy importante de votantes que rechazaran cualquier regreso que huela a macrismo.
Para apuntalar esta hipótesis voy a referirme a un episodio que algunos quisieran olvidar. El surgimiento, en 2015, de la candidatura de Florencio Randazzo. Un dirigente del interior de la provincia de Buenos Aires, un ministro eficaz, pero no muy conocido, se transformó en el candidato de un sector numeroso, en realidad mayoritario de la militancia kirchnerista de a pie, ante el poco entusiasmo que despertaba en ellos la previsible candidatura presidencial de Daniel Scioli. Esa posibilidad se desvaneció por sus propios errores, y Florencio tomo luego otros caminos. Pero es importante recordar cómo centenares de miles de simpatizantes Kirchneristas se manifestaban en las redes sociales con fervoroso entusiasmo por una candidatura que no existia meses atras.
Hay un episodio, más lejano en el tiempo, pero que muestra con mas claridad como crecen y decaen las chances electorales. A fines de 1998 y principios de 1999 cuando las consecuencias negativas de las políticas de Menem ya aparecian indiscutibles, Eduardo Duhalde, el gobernador que enfrentaba al presidente, era el favorito en las encuestas. Hasta que se formo la Alianza y paulatinamente el que resulto su candidato Fernando de la Rúa lo desplazo en las encuestas.
Sin duda el slogan publicitario «dicen que soy aburrido», jugó un rol, pero seamos realistas, lo que sucedió es que el voto antimenemista pudo sumarse al tradicional voto antiperonista, logrando una clara mayoría.
¿A qué apuntan estas historias? A que cuando surge un necesidad de la sociedad las candidaturas de los hombre o mujeres que acierten a expresarlas puden crecer con mucha rapidez. Cuales quiera sean los obstaculos que se opongan.
¿Sucederá esto en 2023?
La bola de cristal está empañada.