Ayer publicamos en AgendAR una nota de Juan Manuel Telechea “Argentina es un país adicto a la inflación”. El título lo elegimos nosotros, porque pensamos que describe bien a una sociedad y una economía que después de treinta y dos años de altísima inflación entre 1958 – 1990, y que en 2006 recayera en un camino de inflación moderada que se convirtió en los últimos seis años en inflación altísima.
La economía argentina se ha adaptado .Hay una inflación inercial como dice Juan Manuel y hábitos sociales” todo aumenta porque todos los demás precios aumentan”.
Un lector de AgendAR comentó que el artículo no menciona algunas experiencias, como el desagio de Sourrouille o la devaluación con retenciones de Kriger Vasena, pero eso no afecta el punto central: la única forma de moderar la carrera inflacionaria, antes de que termine de destruir la economía y la confianza política, es un plan antiinflacionario coherente y abarcador. Y es necesario tener claro que los primeros resultados, las primeras señales de estabilidad no aparecerán antes de seis meses, en el mejor de los casos.
Eso sí los costos del plan van a sentirse enseguida.En demasiados sectores de la economía los ingresos dependen de la continuidad de la inflación.Pensemos que, por ejemplo hay empresas comercializadoras cuyas ganancias principales no dependen de las ventas,sino del juego financiero entre el momento que cobran a sus clientes y la fecha en que pagan a sus provedores. Entonces este plan antiinflacionario lo tendrá que aplicar el próximo gobierno. Así, lo que los votantes van a elegir en octubre es quienes decidirán las medidas.Y quienes pagaran los costos.