Este 2 de Enero subí a este blog un post «Lula volvió a otro Brasil», en el ultimo parrafo prometi que lo iba a completar al día siguiente, pasaron cosas y no pude hacerlo. Pero la realidad de Brasil lo completo en una forma más clara y terminante de lo que yo podría haberlo hecho.
Algo más de un millar de bolsonaristas tomaron la plaza de los tres poderes, irrumpieron en los edificios del poder ejecutivo, el Congreso y el poder judicial. Ese fue un episodio impactante, como la irrupción de los trumpistas en el Capitolio de Washington hace 2 años. Y ambos hechos, que protagonizaron grupos marginales, son solo el sintoma de sociedades profundamente dividas.
Dejemos de lado a EE.UU. donde la dinamica politica es muy distinta. Lula presidio Brasil por dos mandatos y aunque como digo en la primera parte al final su popularidad habia decaido ni el ni su sucesora Dilma, desplazada por una conjura del Congreso enfrentaron un oposición tan envenada. Desde su derrota electoral el bolsonarismo hizo marchas, protestas y movilizaciones, y armo una insurreción en todos los casos llamando a los militares para que tomaran el poder.
Y, recordemos en esa elección hace pocas semanas Lula Da Silva habia derrotado a Jair Bolsonaro por un 2% del total de votos. En Brasil vemos un ejemplo claro de lo que el sociólogo argentino Guillermo O’Donnell entre otros llamaba «empate hegemónico». Ambos sectores pueden obstaculizar el proyecto del otro y no pueden negociar un proyecto en común, entonces esa sociedad corre el riesgo de quedarse sin proyecto, que es también de quedarse sin futuro.
¿Cómo enfrenta Lula, sindicalista y por lo tanto negociador el desafio? Extiende su sistema de alianzas a figuras de la tradicional derecha brasileña pero atención en Brasil el poder economico, el sistema judicial y el mismo ejercito brasileño que financio hace 5 años la campaña que transformo a Bolsonaro del diputado mas visible de un partido marginal en presidente del Brasil, habian reevaluado su estrategia.
Una parte importante del establishment, de los poderes fácticos de Brasil, decidieron que Bolsonaro sin importar su ideología, era en los hechos demasiado peligroso para la posición de Brasil en el mundo y para sus intereses, y estaban dispuestos a aceptar a un Lula con el que se podía negociar.
El poder judicial el que habia condenado a Lula por corrupción con pruebas bastante flojas, encuentra que si eran flojas y debía ser puesto en libertad, lo que significa claramente que podía volver a ser candidato la persona que tenia mas posibilidades de derrotar a Bolsonaro.
No sabemos como sigue la historia en Brasil, si podemos decir que la situación politica en Argentina es muy distinta, aunque la polarización sea muy parecida. Entre nosotros el poder economico y el poder judicial se muestran en su mayoria satisfechos con la actual coalición opositora «juntos por el cambio», tal vez la unica indicación concreta que podemos encontrar es que para romper un empate hegémonico es necesario buscar en la sociedad los sectores que hoy no estan expresados en las dirigencias politicas.