¿Qué se puede hacer con la Corte Suprema de JxC?

Esta Corte Suprema no ha sido nunca «amistosa» con este oficialismo, pero las últimas semanas han sido alevosas. Da la impresión que los cuatro supremos se levantan cada mañana y se preguntan «¿Qué expendientes tenemos a consideración, con los que podemos hacer algo para perjudicar a Cristina, a Alberto, o -el resultado óptimo- a ambos?». Y van y lo hacen.

Este notorio sesgo en sus fallos y acordadas causa mucha indignación de Este Lado de la grieta, que se refleja sobre todo en las redes sociales (La versión actual del peronismo es muy fuerte en indignación. El peronismo tradicional era más débil en ese aspecto -ni siquiera insistió con las víctimas del bombardeo a Plaza de Mayo en 1955, todas civiles. Pero, debido tal vez a su origen militar y su fortísimo componente sindical, tenía muy claro el tema del poder. No importa. La nostalgia no es más útil que la indignación).

Y en este posteo trato de ayudar encararlo como un tema práctico. El poder judicial es una parte decisiva del poder del Estado. Lo saben muy bien los gobernadores provinciales: si los jueces con jurisdicción local no son amigos políticos suyos, todas y cada una de sus decisiones sarán judicializadas y les será imposible gobernar.

Precisamente por eso, la actual oposición no hará nada para ayudar al oficialismo. Es probable que, como hombres y mujeres de la política, entiendan que jueces irresponsables son peligrosos para todos (hace algunos años, Miguel Pichetto entonces juefe del bloque mayoritario en el Senado, explicaba en privado su negativa a contribuir a privar de fueros a la entonces senadora Cristina Kirhcner «No podemos poner la inmunidad senatorial en manos de estos jueces»).

Pero hoy les resultan muy convenientes, si no imprescindibles, para las elecciones en el año que comienza. Luego… se verá.

Por supuesto, hay un fuerte componente sociopolítico en la hostilidad de la mayor parte del poder judicial al kirchnerismo, aunque la mayoría fueron nombrados en los 12 años y medio de gestión K. Profesionales con una formación tradicional, muy bien pagados y con abundantes privilegios, son nuestro equivalente de lo que en la Francia prerrevolucionaria llamaban «la nobleza de toga».

Pero no nos confundamos. El factor clave es que los Supremos, lo mismo que esa mayor parte del poder judicial, creen que la oposición ganará en 2023 y será gobierno. Entonces, no hay veda para funcionarios y dirigentes kirchneristas.

Así, la respuesta inmediata es obvia (y muy difícil): el actual oficialismo, o una nueva propuesta comprometida con sus intereses políticos, debería mejorar sus chances electorales. Pero aún eso no es suficiente.

Vamos al ejemplo más cercano en nuestra historia de un Poder Ejecutivo que se enfrentó a una Corte Suprema (hay varios), fue con Nëstor Kirchner en 2003, cuando provocó la renuncia de los integrantes de esa Corte acusándolos públicamente de intentar chantajearlo.

Más allá de las visibles diferencias de carácter y estilo entre Néstor y Alberto, el factor decisivo es que esa Corte Suprema era un símbolo, además de una herramienta clave, de la gestión de Carlos Menem. Su presidente era socio del estudio jurídico vinculado a Menem desdee sus tiempos de abogado de provincia… Y el menemismo había empezado a debilitarse en las elecciones de 1997 y recibió su golpe de gracia en ese mismo año, 2003.

Si lo señalo como factor decisivo, es porque también se vio en los casos anteriores. Cuando en 1947 Perón hace juicio político a la Corte Suprema, esta llevaba el baldón de haber convalidado golpes de Estado y fraudes electorales desde 1930. Aún a los opositores a Perón les resultaba difícil defenderla.

En 1983 Alfonsín no tuvo que hacer nada, salvo negociar con prudencia en el Senado a los nuevos Supremos. La Corte anterior finalizó al mismo tiempo que el gobierno militar.

¿Entonces? El poder judicial actual está desprestigiado, por escándalos y arbitrariedades. Todas las encuestas lo demuestran. Pero no hay un «fin de ciclo». Lo más cercano a eso fue el deterioro del gobierno de Macri en 2019, y aún así la fórmula Macri-Pichetto obtuvo un poquito más del 40% de los votos. Es cierto que eso muestra más que «macrismo», la desconfianza o rechazo de esos votantes al peronismo. Pero existe, y la gestión de este gobierno no parece haberlo disminuído.

Nuevamente ¿entonces? En mi falible opinión, hay dos escenarios posibles. Uno, que hasta ahora aparece como el más probable, que las dos coaliciones, oficialista y opositora, se enfrenten en las próximas elecciones. Cualquiera sea el nuevo gobierno, deberá negociar con la oposición una nueva Corte. Esperemos que lo haga con la misma prudencia y muñeca que mostraron Alfonsín y Kirchner.

(Hoy resulta difícil creerlo, pero una dura opositora, que había sido candidata presidencial ese mismo año, la Dra. Carrió, dijo en ese momento que «era un sueño verlo a Zaffaroni en la Corte». Googleen, votantes de JxC).

El otro escenario es que las dos coaliciones que hoy dan estabilidad a la política argentina -que están bastante deterioradas- se recompongan y aparezcan nuevas opciones (que de todas maneras incluirán a las dos realidades sociopolíticas que perduran desde hace 77 años, el peronismo y el antiperonismo), dando paso a un nuevo ciclo. Personalmente, creo que ya es hora. Pero los tiempos de la Historia no son los electorales.

ACTUALIZANDO, 6 horas después:

(Mi tuit) Abel B. Fernández @elblogdeabel

La realidad me hace corregir una visión demasiado… estática. La inesperada firmeza de Alberto, la decisión de los gobernas… No da para «fin de ciclo», pero podría ser el comienzo de una nueva etapa.

Continuará

REACTUALIZANDO, 96 horas después

La «inesperada firmeza de Alberto» duró lo que el feriado de Navidad (una abundante cantidad de comentaristas de este post lo había anticipado). Y los gobernadores no deciden en estos temas, en un país federal pero no tanto. El Poder Ejecutivo acatará el fallo de los Supremos y lo pagará con bonos (Larreta ¿nos devolverá en bonos el impuesto a los gastos en tarjetas de crédito que estableció luego del quite en la coparticipación?).

Entonces, el texto original del post queda en pie, después del ruido (suele pasar). Esta Corte Suprema es un problema para este gobierno, por supuesto, para el numeroso sector del peronismo que se identifica con el liderazgo de Cristina, y, a esta altura, para el conjunto del peronismo.

Y también lo es para un eventual gobierno de otro signo, una vez que estos Supremos le han tomado el gusto a doblarle el brazo al Poder Ejecutivo. Pero no habrá solución, buena o mala, antes del 10 de diciembre próximo, cuando asuma un nuevo gobierno.

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