Este posteo es todavía menos serio de lo habitual, en mis propios términos. Porque estoy convencido que todos los «análisis» y encuestas sobre candidatos -tan de moda en estos días- son un poco ridículos.
Falta un año para las elecciones, gente ¿Cuántos «favoritos», o serios «challengers» un año antes fueron los ganadores cuando se contaron los votos, en nuestra historia moderna? Alguno de los que ganaron no figuraba en los pronósticos publicados seis meses antes. Néstor Kirchner, me viene a la memoria
Ojo: si Ud. que lee esto quiere ser candidato o candidata, debería haber empezado su campaña hace al menos 24 meses. Pero eso no quiere decir que debe anunciar que quiere ser presidente/a; debe hacerse conocido y, en lo posible, valorado, nomás.
Entonces ¿por qué me interesó tanto que un vocero que uno asume autorizado -su primogénito- dijera que creía que CFK no iba a ser candidata? Porque plantea la posibilidad de un hecho nuevo en el confuso, y un poco aburrido a esta altura, escenario local.
Entiéndanme: la novedad no es que ella no sea candidata a la Presidencia. No lo fue en 2015, ni tampoco en 2019, aunque estaba en la boleta (que no es lo mismo).
El hecho nuevo, posible, es que los votantes y los que aspiran a ser votados se convenzan que ella no va a jugar por el premio mayor. Falta para que se convenzan, eh, aunque Máximo lo jure sobre los evangelios. Pero es un paso, planteado bastante tiempo antes de las elecciones, en el camino de convencer a sus posibles votantes que no será candidata a Presidenta.
Por supuesto, NO significaría que deja de ser una protagonista poderosa en la política argentina. La crítica que acaba de hacer esta mañana al aumento autorizado por el gobierno a las prepagas lo deja muy claro, por si alguien tenía dudas.
Pero si esas señales de que no será candidata presidencial continuan, bastantes argentinos de a pie se convencerán. Y eso le cambia todo el mapa a los que aspiran a ser votados.
A los de Este Lado, porque los posibles votantes de Cristina Kirchner son vistos por todos, con razón, como el sector más numeroso de los potenciales votantes del Frente de Todos, o como se llame en el futuro la coalición que reunió a los sectores oficialistas y a los que están dejando de serlo en estos meses.
Y a los del Otro Lado, porque el rechazo al discurso y a la personalidad asertiva de CFK ha sido y es el principal elemento que une a las partes de una coalición aún más heterogénea que la (ex-) oficialista.
¿Significa que cuando y si la dirigencia política se convenza que no hay un bloque importante de votos que traccionaría una candidatura presidencial de Cristina -su «dedo» seguirá siendo un factor a considerar, pero después del experimento Alberto ya no sería decisivo- se desarmarán las dos grandes coaliciones que hegemonizan las dos últimas elecciones presidenciales?
Es posible, pero no probable, en mi falible opinión. Las recompensas de ocupar el gobierno del Estado nacional son grandes y numerosas. Es un factor de cohesión. Y ninguno de los sectores que componen a ambas tiene hoy mejores chances de llegar o mantenerse en el gobierno que en el seno de una coalición.
Lo que sí aseguraría es que, aunque sean prematuras, las especulaciones y maniobras en torno a posibles candidaturas presidenciales se vuelvan aún más intensas y locas de lo que ya son. Después de todo, desde que Roca recuperó para la Nación la ciudad y el puerto de Buenos Aires, 142 años atrás, la puja por la Presidencia es el factor que ordena al conjunto de la política argentina.
El desafío será fundamental para el peronismo, que -dije una y otra vez que es un dato clave para entender qué pasa en él- en donde desde 2013 no ha crecido otra figura nacional que pueda competir, o reemplazar a Cristina Kirchner.