Cristina, los intendentes y un toque de realismo

cfk

Amables lectores del blog, de cuando posteaba casi todos los días, me piden que vuelva a aportar mis opiniones. Me halaga, y a uno le gustan los halagos, cómo no. Pero creo que el problema de los politizados no pasa por la falta de comentarios, sino por el exceso. Aún de comentarios inteligentes, que hay muchos, pero no distinguen entre sociología, literatura, y posibilidades electorales.

Y (lo que se supone son) los resultados de las elecciones es el dato supremo en la política nacional. Todo lo demás -aún las realidades decisivas de la economía- tienen que tomarlas en cuenta. Si aún antes que se recuperara la democracia en Argentina, y el «partido militar» estaba vigente, la supuesta invencibilidad del peronismo en elecciones libres era lo que impedía que se dieran, y la construcción de un proyecto alternativo viable.

Ahora quiero compartir con ustedes esta nota de Lucrecia Bullrich. Pueden leerla en La Nación, claro, y en las redes ya está provocando ruido. Pero la subo aquí porque muestra que, sin análisis sofisticado ni información secreta -no dice nada que no sepan los que conocen algo de la política en el Gran Buenos Aires-, se indica un elemento clave en la política de este año. Y del cercano 2019. Además -como supondrán los lectores habituales- voy a agregar comentarios al final.

«Decididos a retener el poder y asegurarse su mandato, los intendentes peronistas del conurbano bonaerense no dudan: pese a la derrota de 2017 y las arengas por la «renovación», el año que viene volverán a jugar con Cristina Kirchner . Esa certeza, que se profundizó en los últimos meses junto con el deterioro de la economía y de la imagen del Gobierno, complica el armado del peronismo federal, que pretende construir una alternativa sin un solo punto de contacto con la ex presidenta ni con el kirchnerismo.

El regreso a las filas de Cristina Kirchner se explica, antes que nada, por los números. Sigue siendo la dirigente opositora que mejor mide en territorio bonaerense y, sobre todo, en el conurbano.

La mayoría midió a Cristina en su distrito recientemente o vio encuestas de imagen que la ubican en torno a los 30 puntos e, incluso, más. Por ejemplo, en varios municipios de la crucial tercera sección electoral. A esa vigencia en los sondeos suman el hecho de que en el llamado «peronismo racional» -el de la mayoría de los gobernadores y los diputados y senadores del peronismo federal- no asoma quien le haga sombra: ni Juan Manuel Urtubey , ni Sergio Massa , ni José Manuel de la Sota , algunos de los nombres que suenan sin demasiada firmeza en el campamento peronista.

«No hay hasta ahora ni va a haber el año que viene. Y en la provincia no tienen ni un intendente», dice un cacique bonaerense. «Los que hablan de ir sin Cristina lo dicen o porque no tienen territorio o porque no piensan en 2019. O por las dos cosas. Nosotros nos estamos jugando la silla», aporta otro.

El diagnóstico de los intendentes incluye otro elemento. Ir a la elección sin Cristina es arriesgarse a que el kirchnerismo tenga listas propias en varios distritos y, aun sin posibilidades de imponerse, complique las chances de reelección de los caciques actuales.

En el campamento peronista se defienden. Aseguran que «volver al pasado», el eufemismo al que suelen recurrir para hablar de Cristina Kirchner, es «una locura» y que hay que «anteponer el proyecto a los nombres» para vencer a Cambiemos, si no es en 2019, en 2023. «Son funcionales a Macri y solo les interesa aplastar a Cristina», les devuelven los intendentes.

De los gobernadores los separa una diferencia central: mientras que los jefes provinciales pueden desdoblar sus elecciones -la mayoría de hecho ya está decidida a hacerlo-, los intendentes deben ir a las urnas el día de la elección nacional y necesitan hacerlo atados a un candidato a presidente fuerte para combatir el arrastre del postulante de Cambiemos. Para ellos no hay ballottage.

Sin embargo, el proyecto de Massa para separar las elecciones municipales de las nacionales, con el que busca diluir el poder de Cristina Kirchner, genera lecturas encontradas.

Algunos están a favor. Creen que es una oportunidad de revalidar títulos sin depender de terceros ni tener que compartir la lapicera a la hora de armar las listas. Otros lo ven inviable. Para que el proyecto prospere, Cambiemos debería aportar sus votos en la Legislatura y María Eugenia Vidal nunca «liberaría» a los intendentes de la figura de Cristina, razonan.

Hace 20 días, en la reunión de intendentes de la que surgió el pretendido operativo clamor por la candidatura a gobernador de Martín Insaurralde, nació el grupo de WhatsApp «Asado Lomas». Lo integran los 15 que participaron del convite, que aspiran a ser más. Por esa vía se armó, por ejemplo, la cita que varios tuvieron con el gobernador de San Juan, Sergio Uñac, el jueves pasado.

En la casa de la provincia norteña estuvieron el presidente y el vice del PJ bonaerense, Gustavo Menéndez (Merlo) y Fernando Gray (Esteban Echeverría), Insaurralde (Lomas de Zamora), Leo Nardini (Malvinas Argentinas), Ariel Sujarchuk (Escobar) y Santiago Maggiotti (Navarro), entre otros. La semana pasada Uñac había estado con la intendenta de La Matanza, Verónica Magario, y con el diputado Fernando Espinoza. El gobernador se mostró dispuesto a «trabajar por la unidad» y habló de «sumar para ganar». Todo un gesto de uno de los caciques provinciales que hasta hace no mucho abjuraban de Cristina Kirchner, pero nada que se parezca a evaluar una eventual candidatura a presidenta, como se animó a imaginar más de un intendente. Siempre que Cristina no se presente, claro.

Ese interrogante sobrevuela toda la discusión. Algunos intendentes no tienen dudas de que la ex presidenta va a competir. Y vuelven a recitar resultados de encuestas. Otros creen que, esta vez, dará un paso al costado. Todos descuentan que no va a hacer públicos sus planes hasta último momento. Ellos, en cambio, ya decidieron. El camino hacia la reelección los encontrará a su lado. O del candidato que ella elija«.

La primera pregunta que surge al leer la nota -en un país de gente suspicaz- es, natural, «¿Por qué La Nación publica esto?«. La respuesta que ofrezco es que no importa mucho. Es probable que coincida con la intención de Macri y su gente más cercana de enfrentar a CFK, considerando que el «voto rechazo» a su figura puede asegurarle un piso considerable de votos. Los votos que esas realidades de la economía que mencioné al pasar le están quitando. Después de todo, aunque el deterioro de su proyecto político sea irreversible (como yo creo), aunque el «círculo rojo» -más preciso, notorios e influyentes grupos económicos- están pensando en la necesidad de una alternativa, … bueno, poseer el gobierno, ocupar altos cargos, alimenta el ego y brinda muchas oportunidades de avance personal. Es muy, muy raro el que lo abandona de su voluntad.

Otra pregunta, esta de suspicaces más cercanos «Entonces ¿vos no considerás con chances la candidatura de Lavagna a Presidente?». Mi respuesta aquí es otra pregunta «¿Qué candidatura?».

Atención: me parece evidente que Don Roberto podría ser un buen candidato. Uno que exprese tanto la desilusión con Macri, el agotamiento de su política, como el todavía vigente rechazo o desconfianza hacia el kirchnerismo, hacia el peronismo en general. Al mismo tiempo, sin enfrentar al peronismo, buscando apoyos en él. Un candidato «de fuera de la grieta». Uno puede imaginar la hipotética campaña. Pero… es un ejercicio teórico.

Hasta donde yo sé, el tema Lavagna está siendo empujado por gente con mucha historia en la política, con una agenda importante, pero… desactualizada. No tiene los teléfonos de los actuales intendentes del Gran Buenos Aires, por ejemplo. Es que la mayoría de ellos, los peronistas y los de Cambiemos, son «hombres y mujeres nuevos».

Más importante, el Dr. Lavagna no está haciendo campaña y no da muestras de querer hacerla. No se llega a presidente sumando muchos dirigentes, sino sumando votantes. Que no necesariamente van a hacer lo que le pidan sus supuestos dirigentes. Cristina Kirchner por su lado está haciendo desde hace al menos dos años una campaña inteligente y consistente -pienso que demasiado enfocada en su propio público, pero esto es una opinión profesional tal vez errada-, en el medio moderno y sutil de las redes sociales. Resumiendo, evaluaré las chances de Lavagna Presidente cuando él demuestre que quiere serlo.

¿Significan estas reflexiones que estoy convencido que CFK será la candidata a Presidente del peronismo? No. Dije hace tiempo, y lo sigo sosteniendo, que serán las encuestas, las que se hagan en todo el país entre noviembre y marzo, las que darán la palabra decisiva. Que será escuchada con atención por gobernadores e intendentes en todo el país, y también por CFK, por supuesto, como las escuchó en el pasado.

No es que ella, los gobernadores, los intendentes, ni por lo que valga yo mismo, creamos que las encuestas son infalibles. Todos sabemos que no lo son. Pero no hay otro recurso para predecir lo que harán los votantes, antes de las elecciones mismas. Entonces, será el humor popular, lo que el encuestador Raúl Aragón llama «el mandato de la sociedad» el que decidirá las candidaturas.

(Uno no tiene que estar de acuerdo con todas las conclusiones que Aragón saca -tengo dudas de algunas- para apreciar que ese concepto, la exigencia prioritaria de una mayoría de los argentinos en un momento dado- es el que explica los resultados y los vuelcos de 1983, 1999, 2003, y 2015).

Corresponde, porque ya que me puse a escribir quiero ser serio, que haga algunas salvedades, y saque alguna conclusión: La provincia de Buenos Aires no es la Argentina, y los intendentes peronistas del Gran Buenos Aires no son la provincia. Pero el peronismo, el proyecto de poder que conocemos, si no contiene al conurbano bonaerense no es una propuesta nacional con chances.

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