A propósito de Aleppo

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El asesino del embajador ruso en Turquía gritó «¡No olviden Aleppo!». No será fácil de olvidar, por sus tragedias recientes y las antiguas -hay noticias de ella en fuentes hititas, de 1800 A. C.- pero ahora no voy a escribir yo. Sobre su país ya lo hice muchas veces -si les interesa, pongan «Siria» en el buscador del blog. Quiero acercarles este artículo de Candela Sande, en una publicación española católica tradicionalista, Actuall, que -por lo que veo, está muy enojada con las leyes LGTB y la intolerancia hacia los cristianos en los países islámicos. Menciono esto para aclarar que es un medio militante de lo que aquí, y allí, se considera «Derecha». Y la misma Candela, como verán, tiene poca onda con los progres y la izquierda en general.

El punto es que su mirada sobre el conflicto en Siria, y en Irak, merece ser tomada en cuenta. Dice cosas ciertas sobre las guerras. Pero, además, creo que nos ayuda a entender porqué la «Derecha» europea admira a Putin. Y probablemente a Trump. De paso, nos hace ver que la «cadena privada de medios oficialistas», tratar de imponer un discurso único, lo que nos quejamos aquí, es más notorio todavía en la culta Europa.

Lo importante es que están ocurriendo realineamientos, al menos culturales, en Eurasia, y conviene que en América del Sur estemos al tanto.

«Quien haya seguido de cerca en los grandes medios de comunicación las noticias de Oriente Medio -que es, cada vez más, nuestro jardín trasero- tiene que estar absolutamente perplejo.

Hay dos ciudades, la segunda o tercera en población e importancia de sus respectivos países, que, tras caer hace tiempo en manos de islamistas radicales, están siendo reconquistadas por el Ejército nacional, Mosul (Irak) y Alepo (Siria). Pero debemos creer que en el primer caso es una maravillosa noticia y, en el segundo, una terrible desgracia.

En Mosul, al parecer, la población civil no sufre los bombardeos de los atacantes, nadie tuitea desde la ciudad ni cuelga en Facebook imágenes aterradoras de la guerra, no hay edificios destruidos ni se produce muerte alguna, salvo de los malos malísimos. Se diría que los aliados atacan con confetti y mucho amor, como si fueran de Podemos.

En Alepo, en cambio, el Ejército entra a sangre y fuego, matando todo lo que encuentra, sobre todo niños y gatitos adorables. Los bombardeos se concentran en los hospitales -de los que parece haber un número inusual e inagotable-, especialmente si son infantiles y un montón de alepinos, gente corriente, se despide de la vida en redes sociales mediante vídeos dramáticos que siempre son “el último”.

Como habrán sospechado por lo irónico del tono, nada de esto es cierto. La primera baja en cualquier guerra es la verdad, pero en este caso se han ocupado de enterrarla muy hondo. La guerra es siempre guerra, no demasiado diferente una de otra, nunca agradable, y las bombas no llueven a gusto de todos. Lo que suceda en una ciudad sucederá casi seguro en la otra, más o menos.

No hay fotos, salvo trucajes infames, de las supuestas matanzas en Alepo, y si sí las hay de zonas destrozadas de la ciudad, también he podido ver vídeos de alepinos celebrando y de campanas al vuelo celebrando la liberación. Los ‘ciudadanos anónimos’ que tuitean y cuelgan vídeos son periodistas y activistas, cualquier cosa menos ‘gente corriente’.

Siendo así, ¿por qué tenemos que entristecernos por Alepo y alegrarnos por Mosul? ¿No son terroristas los ocupantes desalojados en ambos casos?

Sí, pero hay una diferencia fundamental: el Gobierno sirio está aliado con Rusia, mientras que el iraquí lo está con Estados Unidos. Y aquí la prensa sigue lo que diga The New York Times que, como se advierte por su nombre, es prensa norteamericana.

Pude ver ayer un vídeo del presidente sirio, el malo malísimo Bashar El Asad, comentando con gesto entusiasta la liberación de Alepo. Decía Asad que hay sucesos en la historia que la dividen, que crean, por recurrir al tópico un poco idiota, “un antes y un después”, como la caída del muro de Berlín. Y, según él, la victoria de Alepo es un suceso de este tipo.

Al verlo pensé que, bueno, es comprensible que el hombre esté contento tras una horrible guerra que se arrastra desde hace años y que ha dado, entre otras cosas, excusa a una avalancha de ‘refugiados’ en las costas europeas, aunque la mayoría no sean ni sirios ni refugiados. Pero pretender que la caída de Alepo marca un hito en la historia mundial, parece bastante exagerado.

Pero, pensándolo un poco, he concluido que el presidente sirio -el dictador, si se encuentra usted más cómodo así- podría tener razón: la caída de Alepo es la primera gran derrota de la estrategia norteamericana en la zona, la primera gran victoria de los rusos en Oriente Medio y el primer serio revés que sufre el avance del integrismo islámico. No está mal.

La narrativa oficial es que se trata de una catástrofe por dos razones: porque Asad es un dictador sanguinario, y porque los ‘rebeldes’ que mantenían la ciudad no son el IS, sino algo más inofensivo, grupos ‘opositores’ entre los que se encuentra, dominando la coalición, Al Qaeda.

Otro vendrá que bueno te hará, reza el refrán, y es cierto que el IS ha superado a todos los grupos radicales en lo que atañe a salvajismo y combatividad. Pero, caramba, eso no convierte a Al Qaeda, responsable del atentado contra el World Trade Center, en las Hermanitas de los Pobres.

Sí, Bashar El Asad es un autócrata. Vaya novedad, en la zona. Lleva a cabo elecciones, pero bien podrían estar amañadas, y no parece que el régimen, en general, tenga precisamente un historial impecable en cuanto al respeto a los derechos humanos. Pero es que la zona es poco pródiga en socialdemócratas nórdicos de esos que tanto gustan a Pablo Iglesias.

La progresía siempre nos anima a comparar lo que hay, no con su alternativa real más probable, ni siquiera con cualquier alternativa real, sino con un paraíso que solo existe en su imaginación. Si no fuera por este truco de prestidigitación intelectual la izquierda hubiera desaparecido ya de la faz de la tierra por falta de modelos positivos que ofrecer.

Mejor comparamos lo que hay, ¿les parece?, el régimen de Asad y lo que defienden los yihadistas que le disputan el poder. De Asad, lo peor está ya dicho: es un autócrata y no es probablemente muy aconsejable para la salud oponerse activamente a su mandato.

Pero la vida en Siria antes de la guerra, para quien quiera que haya viajado por allí, era la de un país razonablemente moderno, laico y civilizado.

El régimen respeta y permite el culto libre de cualquier religión, incluyendo la cristiana, lo que es excepcional en la zona. Por la cuenta que le trae, porque Asad pertenece a una pintoresca minoría religiosa, los alauitas, secularmente despreciada en el país.

Sea como fuere, los cristianos practican libremente su fe junto a media docena de sectas, el presidente saluda por Navidad y la catedral cristiana, la Iglesia de San Miguel, está justo enfrente del Palacio Presidencial.

Otro asunto que supuestamente nos importa muchísimo y, desde luego, yo considero crucial: las mujeres. Las sirias pueden vestir como deseen, llevar el pelo suelto, no necesitan compañía masculina para ir por la calle y, en general, no son discriminadas. Punto, y gordo, para Asad.

Los otros aborrecen explícitamente la democracia y aspiran a imponer una teocracia islámica con la sharía por ley, donde los infieles deben elegir entre convertirse, morir o ser ciudadanos de segunda

Ahora, los otros. Pero seguro que usted está harto de verlo. Los otros no fingen siquiera ser demócratas: aborrecen explícitamente la democracia y aspiran a imponer una teocracia islámica con la sharía por ley, donde los infieles deberán elegir entre convertirse, morir o convertirse en ‘dhimmis’, es decir, en ciudadanos de segunda que tienen que pagar un impuesto especial, la yizia.

Para las mujeres, el Islam radical tiene un puesto muy concreto y, si me lo permiten, preferiría no abundar demasiado en él, que el médico me ha advertido contra las subidas de tensión. Ni siquiera tienen que ir a una ciudad tomada por el Califato; basta que se acerquen a Arabia Saudí.

Por qué Estados Unidos y, con América, todos sus aliados han optado por apoyar a estos sujetos contra un régimen que, desde luego, es bastante más libre que Arabia Saudí y más abierto que China -por citar dos fraternales aliados de Occidente- es objeto de fascinantes teorías más o menos conspirativas que no trataremos aquí.

Pero, si me preguntan, la liberación de Alepo es una magnífica noticia y ojalá marque el comienzo de un cambio de tendencia en la zona».

Les dejo el video que muestra la muerte del embajador y lo que gritó después su asesino. No es morboso, lo que hace pensar que no ha sido «producido».

9 Responses to A propósito de Aleppo

  1. Capitán Yáñez dice:

    Notable.

  2. David (idu) dice:

    Excelente artículo.

    Gracias!!

  3. Daniel Eduardo Arias dice:

    Razona y escribe bien Candela Sande.

  4. Esther dice:

    No voy a comentar sobre Siria; es un tema en el que sólo puedo leer o escuchar.

    Me llamó la atención este párrafo:
    «La progresía siempre nos anima a comparar lo que hay, no con su alternativa real más probable, ni siquiera con cualquier alternativa real, sino con un paraíso que solo existe en su imaginación. Si no fuera por este truco de prestidigitación intelectual la izquierda hubiera desaparecido ya de la faz de la tierra por falta de modelos positivos que ofrecer».
    Diría que “la progresía” de la autora del artículo se parece enormemente a nuestro Cambiemos, ¿no es así?

    Abrazo,
    Esther

  5. Charrua dice:

    Leyendo el artículo queda bien claro porqué ni los USA ni los franceses u otros europeos se animaron a apoyar decididamente a la coalición anti-Assad: ¿vos querés ser el tipo al que le pregunten porqué estás apoyando activamente el exterminio de cristianos sirios por parte de musulmanes sunnitas?
    Una victoria de los rebeldes terminaria probablemente en una limpieza étnica contra las minorías; alawitas, drusos, cristianos maronitas, etc. y nadie quiere bancarse el costo político de eso.

  6. Daniel Eduardo Arias dice:

    Conté 10 tiros iniciales, prácticamente en ráfaga, y testimonios de testigos aseguran que el asesino después de su speech tiró varias veces más sobre el cuerpo yacente y definitivamente muerto.

    Por el tamaño y tipo de arma (parece una 9 mm de tamaño militar o policial), supongo un cargador de entre 15 y 17 tiros máximo. La policía turca lo mató -dice- en un tiroteo posterior. ¿Entonces este muchacho tenía un segundo cargador?

    Si miran bien, está en un estado físico formidable. Usa un traje de dos piezas bastante ajustado, que no es muy compatible con el ocultamiento de un arma de servicio, y además, un segundo cargador.

    Tales fierros, los lleves donde los lleves (funda sobaquera, funda en el cinturón, cargada en el costado derecho o en la espalda), abultan un poco y se notan. Lo que el asesino tiene en la mano derecha no es una automática compacta y chata, diseñada para «concealed carry».

    En suma, que salvo que algún cómplice le haya alcanzado los fierros pocos minutos o segundos antes del asesinato, este cana pasó por entre un cerco de colegas turcos visiblemente «calzado» ante cualquier ojo entrenado y sin que naides le hiciera objeciones, lo que deja bastantes preguntas flotando acerca del papel de la policía.

    Como sabrán, en Turquía Tayyip Erdogan logró construir una policía nacional muy adicta y con más poder de fuego que el propio Ejército. Ejército donde todavía pervive una ideología laicista fortísima, desde tiempos de Kemal Attatürk, y al cual Erdogan teme como a la peste.

    Y el killer de Karlov tenía suficientes cargadores -al menos dos- como para no ser capturado vivo. O eso se desprende del relato policial posterior: el ñato murió tiroteándose. Eso dice la cana turca.

    Nada, que no estoy seguro de que el buen Tayyip, o al menos su policía, sean totalmente inocentes en este quilombo.

  7. Mariano T. dice:

    En Medio Oriente no puede esperarse que haya minorías democráticas y laicas significativas.Ya me he desengañado de la primavera árabe.
    Ser nacional y popular en Medio oriente es ser un camellero intolerante que piensa que hay que liquidar a los infieles, cagar a palos a las mujeres, apoyar la yihad y cometer terrorismo en Occidente. Si hubiera elecciones libres, probablemente arrasarían en todos lados.
    Ante este panorama, hay que revalorizar a los dictadores sangrientos con apoyo militar, que saben como mantener a raya a su pueblo. Assad, Saddam, los militares turcos, el Sha, Mubarak y los militares egipcios, y hasta Khadafy cumplieron con ese trabajo.
    Con un poco de estómago para aguantar sus métodos, en Occidente viviremos más tranquilos con ellos que con inciertas mayorías fanáticas cuyos cerebros atrasan un milenio.
    Todo esto me hace revalorizar a Israel, en comparación. No es que sea gran cosa, hay un montón de cosas muy repudiables, pero en comparación con sus vecinos salen ganando.
    Solo cabe desear que los que se refugien en Occidente sean los miembros de esas minorías semilaicas y más democráticas, y no los islamitas fanáticos.

  8. julio. dice:

    Abel,
    ayer estuve con viejitos norteños de Trasvasamiento Generacional,
    Integralismo, Guardia de Hierro;
    reviviendo la formación socio-político-humanitaria, casi papal/celestial que brindaron (y brindan, pero se hacen los boludos) a la comunidad de aquellos años…
    estaría bueno explicar, cómo fue que pasó,
    que, en una época,
    los árabes/persas/medio oriente estaban con matemáticas/astronomía y en paralelo,
    los anglo-sajones-ingleses recién se largaban con sus ovejas,
    y hoy
    -por lo poco que uno sabe,la excepción son turquía/irán/israel- son pueblos con monarquías, decadentes y 1700 millones de musulmanes;
    y por qué, esos árabes/judíos, hoy, en argentina, están bien, menos conflictivos y aportando a la comunidad organizada.

    Saludos muchachos y feliz natividad del niño Juan.

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