«Rodéenlo a Daniel»: El alvearismo que viene

Es probable que haya sido el bloguero tucumano Ricardo Tasquer el primero que imaginó a Daniel Scioli, al principio con reserva y luego con aprobación, como el Marcelo Torcuato de Alvear de la experiencia kirchnerista. Como lo describiría yo (no estoy seguro si Ricardo también), Alvear fue el sucesor moderado de Hipólito Yrigoyen que dio continuidad al gobierno radical y a los logros asociados con su lucha – el sufragio libre, la incorporación de las clases medias a la conducción del Estado – manteniendo al mismo tiempo relaciones razonables con el establishment. O, como se le llamaba en el siglo pasado, la oligarquía.

También es factible que haya sido en este blog de Abel donde se planteó antes que en otros sitios el paralelo entre el marco político de ese gobierno de 1922 a 1928, y (el más probable) del que comenzará el próximo 10 de diciembre: la convivencia entre el liderazgo afirmado de un ex presidente y un mandatario del mismo partido con los recursos políticos que la Presidencia brinda en Argentina a quien sepa usarlos.

(Un «alianzólogo» purista como Ernesto Semán diría que hay otro ejemplo: la (mala) convivencia entre Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa durante la breve presidencia de éste, 1999-2001. Pero el liderazgo de Alfonsín había quedado profundamente debilitado por el desastre económico en que terminó su presidencia en 1989 y por el Pacto de Olivos en 1994. No es el caso de Cristina Fernández, por cierto. Y De la Rúa se mostró como un político inepto para enfrentar los problemas de su gobierno. Scioli, que ha gobernado ocho años la díscola provincia de Buenos Aires, con relaciones… variables con el gobierno nacional, demostró que, al menos, sabe evitar los pozos).

Ahora, faltaba un dato importante tanto en los análisis de Tasquer como en los míos: Alvear fue el sucesor designado por Hipólito Yrigoyen. Aunque al «Pelado» le sobraban pergaminos radicales, y contaba con el apoyo de importantes sectores, el espaldarazo del «Peludo» resultó decisivo para vencer las resistencias que despertaba. «Rodéenlo a Marcelo«, fue la exhortación de Yrigoyen a los hombres de su partido.

Bueno, el destino parece inclinarse por la simetría, como diría Borges. La Presidente está trabajando en estos meses por el triunfo del FpV en octubre con la coherencia que podemos imaginar que puso el viejo caudillo en ese lejano 1922 por el triunfo de la U.C.R. Y parece evidente que CFK preveía desde hace tiempo que Daniel Scioli era el candidato inevitable del FpV. Casi seguramente, porque era el que mejor medía, el que más posibilidades ofrecía para un triunfo oficialista, en las muchas encuestas que se hicieron en este tiempo. La respuesta obvia a menudo es la correcta.

(Ya que mencioné a Ernesto Semán, puede ser interesante esto que él contaba a fines de 1998, cuando se estaba armando el futuro gobierno de la Alianza: «… recordar el consejo de Hipólito Yrigoyen a sus seguidores, cuando Marcelo Torcuato de Alvear se ubicaba como su sucesor. «Rodéenlo a Marcelo», había dicho Yrigoyen, frase que la versión partidaria más naif tradujo como «no lo abandonen», pero que los menos ingenuos captaron como «no dejen que se mueva demasiado«).

Por mi parte, mencionaré que en las listas de diputados y senadores nacionales están los que vienen del peronismo territorial y que muchos de ellos, por sus propios intereses o los de sus gobernadores e intendentes, se los supone en relación cercana con Scioli – si es que es que gana, of course -, los de la generación política cuya experiencia peronista es la kirchnerista, y los que vienen del «centro izquierda», de la izquierda o del Frepaso, integrantes de la coalición que armó Néstor Kirchner y refirmó Cristina. No voy a hacer nombres: pasado el impacto de este cierre, el periodismo proporcionará aburridos listados. Además, en política siempre está abierto el libro de pases.

Eso sí, hay algo que me parece necesario tener presente: Los lectores memoriosos del blog recordarán que en mis recientes incursiones en el tema, aquí y aquí, escribí del «alvearismo posible». Porque la cuestión fundamental es si hoy y aquí un gobierno que defienda el empleo y el estímulo al consumo de grandes sectores, junto con una (muy modesta) redistribución del ingreso, puede al mismo tiempo mantener … relaciones razonables con la mayor parte del empresariado local. Y el internacional. Prometo que en los próximos días voy a acercarles una especulación sobre ese asunto. Pero, de todos modos, pronto lo sabremos. Quizás el año próximo.