Empecé a escribir una respuesta a los comentarios del post anterior, y me di cuenta que se hacía demasiado larga (Y cuando la terminé, todavía no había recibido los dos últimos de EduA. Los invito a leerlo: es una larga y pormenorizada destrucción del relato oficial). Decidí entonces subirla aquí. Tengan en cuenta que es aún más informal que los posts habituales.
Cuando alguien que no es un economista – mi caso – trata de traducir algunos conceptos al lenguaje común tiene dificultades. En el tema del INDEC hay una más: Los economistas profesionales toman a mal que se minimice el deterioro deliberado de un instrumento de medición como las estadísticas. Por ejemplo, Olivera, que ha reconocido el acierto de medidas de las gestiones K, es muy duro con la intervención del INDEC.
Igual: Yo no voy a defender esa intervención, pero sí recordar que las estadísticas son un termómetro. Un instrumento muy útil y necesario para saber cómo está el paciente y evaluar el efecto de los remedios. PERO NO CAMBIA LA TEMPERATURA DEL SUJETO. El tipo tiene la temperatura que tiene. Lo que diga el termómetro, truchado o no, no lo cambia. Ese también es el punto débil del argumento de Yevgeny, que traduce en forma más razonable el planteo de Natalucci: «Moreno ha hecho pactos con grandes empresas productoras para mantener sin aumentos el precio de ciertos productos de la canasta básica de los sectores sociales más bajos. ¿Es esta una manera eficiente de frenar la inflación? Lo cierto es que sea como sea, se necesita que el índice tome los valores de esos productos de la canasta básica (aceite de girasol, harina, etc) y no de los productos de consumo de las clases altas que no tienen acuerdo con el gobierno para ver reflejado el impacto de las políticas de control de precios«. Los precios de la canasta básica de alimentos, según la para nada hostil al oficialismo consultora Equis, de Artemio, han aumentado más que los otros productos.
Por lo demás, seguro que en el INDEC había «curros», que algunos «vivos» aprovechaban. Seguro que ahora también, otros o los mismos. Porque en todas las reparticiones del Estado los hay. Igual que en todas las empresas privadas muy grandes. Los jefes de compras pobres, por ejemplo, son rarísimos. Es el trabajo de los que controlan limitarlos, pero nunca los harán imposibles. Como la policía nunca eliminará el delito por completo. ¿Qué tienen que ver con el control de la inflación?
Todos los gobiernos, en todos los países, tratan que la tasa de inflación sea menor que la que «técnicamente» se mostraría. En el post mencioné a otros en Argentina. Moreno/Kirchner lo hace a lo bestia. Y así – tiene razón Artemio – se perjudica a sí mismo. Pero la truchada no puede ser tan grande como acusan los críticos más feroces. No por falta de ganas, sino porque todos los precios están relacionados. Si la inflación fuera la que algunos dicen, sería más barato ir a Miami que a Mar del Plata. Brasil sigue caro para nosotros.
Hay una consecuencia directa de la tasa oficial, es cierto: el interés de una parte importante de los bonos de la deuda pública. Y aquí me animo a corregir a dos comentarios opuestos: el de Manolo (soy un audaz) y el de Gerardo G:
«K conoce el Poder de Destrucción Masiva de la Indexación automática. Ergo, rompe a martillazos el automático; es cierto que no elimina la inflación, pero la incertidumbre impide la coordinación de esfuerzos necesarios para un Golpe de Mercado» No lo veo así, Manolo. Romper un termómetro no impide nada; si es importante se lo reemplaza. Lo que hace imposible hoy el Golpe de Mercado es, entre otras cosas, que el país no tiene vencimientos cercanos que sobrepasen su capacidad de pago. Por eso es fundamental que el paìs no aumente su endeudamiento. Me preocupa, y mucho, la decisión actual de «volver a los mercados».
Gerardo González dice «Si por cada punto de suba del IPC no declarado nos ahorramos millones de doláres, una de dos: -Somos los campeones mundiales de la piolada y todos los países deudores seguirán el modelo argentino; o -Lo que les afanamos a los tenedores de bonos indexables tendremos que dárselos, tarde o temprano. El retardo acumulado del taxímetro inflacionario del INDEC es un default de liberación prolongada, en grajeas mensuales. El coro de puteadas supongo que crecerá mes a mes hasta llegar al alarido. La incertidumbre del IPC la pagará el gobierno cuando quiera colocar un bono nuevo. Otra que Grecia!!! Será en canasta de monedas más un bonus del 20%, digo» No, Gerardo. Porque (además de los argumentos de EduA) la deuda «externa» es un juego de tramposos de ambos lados: acreedores y deudores: Nadie presta ni paga con guita de su propio bolsillo (esto da para otro post).
El gobierno argentino no inventa nada: hace lo que todos los gobiernos, pero un poco más burdo, y tiene opositores que denuncian a gritos. Pero Grecia no entra en crisis porque truchó las cifras (los de Goldman Sachs son tramposos con mucho oficio) sino porque ya no puede pagar los vencimientos. Además que hoy el euro es un buen blanco para la especulación.
Lo demuestra, justamente, el hecho que los LEBACS y el bono que está lanzando ahora Boudou tienen un costo real caro pero dentro de los parámetros de los países medio pelo como nosotros. Pensá que uno de los socios de Arcadia es un historiador. Eso siempre es una garantía.
ADVERTENCIA IMPORTANTE:
Este post y el anterior son vulgarizaciones de discusiones de economistas y otros expertos. Los que tienen que tomar decisiones (o los que tengan que aprobar exámenes) deberán estudiar muchos números, y leer directamente a economistas y estadígrafos. Lo que puede aspirar un lego es – como los expertos siempre difieren, y los antecedentes no son garantía – a darse cuenta cuándo están hablando verdura.
Creo que el tema esta en el empalme gradual entre los dos métodos, y como se manejó. Basta comparar con los índices provinciales más serios como santa Fe: 70% contra 30% en tres años, y como eso tiene efectos temporarios, es probable que a partir de ahora una vez terminada la tranisición las diferencias sean menores, o que encentren otra manera de manipular.
Por lo pronto, cada vez que voy a la Capital cargo gasoil, cuando hay, en una de las estaciones de servicio que el INDEC controla, me ahorro casi 10$ por tanque.
No debe minimizarse lo de los subsidios, Abel, y es parte central de esta discusión. Aparte de la inequidad que implican, lo más importante es su efecto macro (lo que hace especialmente siniestro que, encima, sean inequitativos). Tal vez en mi afán por empuñar el rifle –amargo, pues preferiría que la Argentina no tuviera que estar discutiendo esta insensatez-, no quedó claro lo que quise decir: el problema es que, como en todo sistema argumental que busca crear lógica interna a los ponchazos, una cosa lleva a la otra, obliga a tomar decisiones motivadas por la ficción, y la consecuencia no es banal. Esto es: los subsidios innecesarios se utilizan en el GBA para que no impacte en el índice que buscan mantener artificialmente bajo (son una herramienta “genuina”, al menos por ser constatable, a diferencia de los datos que se manipulan); sostener esta ficción no es inocuo. No deben bajar, los debidos a esta causa, de 5 a 6 mil palos anuales, si no son más. Pero, para sostener ese gasto innecesario y mal dirigido, como parte del general, hoy -2010- se está apelando a sobre-emitir, a encanutarse reservas, a tener la necesidad de volver a los mercados para seguir financiando el baile sobre el Titanic (referencia a que no se ha chocado el barco, por ahora, pero cuyo curso de navegación está poniéndose minuto a minuto más claro); todo está relacionado –es lo que siempre digo: falta visión sistémica, o no les importa-.
Eso tiene consecuencias políticas, económicas y sociales de fondo: batallas ridículas por la guita, que suman tensión y nos están llevando a crisis institucionales gratuitas; inflexibilidad para crear espacio para políticas impositivas que alienten la producción –desde ya, incluyo al agro: por ejemplo, empezando a bajar retenciones a ciertas producciones, como girasol, trigo y maíz, de costo fiscal marginal pero efecto productivo enorme-; generación de crisis estructurales de largo plazo, como la de la carne; tendencia a la espiralización de la infla, lo cual nos lega un aumento constante de la pobreza; éstas, entre muchas otras.
Lo más absurdo de todo esto es que, tras la estatización de las AFJPs, por lo que expliqué antes, la manipuleta no sólo es innecesaria: es contraproducente. El índice manipulado para lo único para lo que se lo usa, en la práctica, es para sobreestimar PBI, con la consecuencia que mencioné. Hoy Clarín (perdón al mundillo K por decir malas palabras) sugiere que el PEN habría aceptado asistencia del FMI para elaborar un índice NACIONAL que reemplace al IPC-GBA. ¿Será el comienzo de la corrección? No sé. Lo importante es que, mientras no se abandone la necesidad de mantener la ficción, seguiremos sobre-gastando para hacerla creíble, habrá más infla como consecuencia, etc. Nos estamos sacrificando por la obcecación de sostener un relato. Eso es literatura, de la mala. Lástima que tenga tantas consecuencias, en especial políticas.
Abrazo.
Borrá este, Abel: es para suscribirme a los comentarios. ¿Por qué no dejarán estos sistemas suscribirse a los comentarios sin comentar? Abrazo.
Otra cosilla: Mencionás a los EEUU, y que todo gobierno busca minimizar los índices estadísticos que les dan mal. Es verdad, hasta cierto punto, pues una cosa es cómo se presentan los resultados, o cómo se los analiza (no es novedad que a las estadísticas se les puede hacer decir cualquier cosa), y otra muy distinta es manipular los datos usados para calcularlos. Una alternativa que se tiene a mano para corregir la tontería que se ha hecho con el INDEC es, como en los EEUU y otros países, crear más de un índice de precios al consumidor. El CPI –Consumer Price Index- de los EEUU está compuesto por una serie de otros que apuntan a canastas más “populares”. Les salvaría el relato del sesgo plutocrático, y pasaríamos a tener un sistema más limpio –concuerdo con vos y Mariano T., no es tan difícil: es más, con una definición así, sería menos complicado empalmar series, si se lo proponen en serio-.
Por otra parte, la importancia de lo que dice el termómetro no es menor: ¿acaso el gobierno usa otros índices, más reales, para evaluar pobreza y ajustar sus políticas en consecuencia? No sé. No dan la impresión de ser tan sofisticados.
Otro abrazo.
EduA dictó cátedra de Bonos III.
Por no tener ni uno y por vago ignoraba que el tenedor de los bonos es el Estado, de modo que acerté con la víbora que se muerde la cola, pero erré con la cabeza del reptil.
Abel: sé que el mercado de bonos soberanos de los centrales o emergentes son una timba manejada por Lehmann Brothers, Goldman Sachs o el City, pero comparto con el profesor EduA que al gobierno las cuentas no le cierran estos dos últimos años.
La Nación, por ejemplo, presenta el tema en términos desesperantes, aunque no es para tanto. Sin embargo, palpito que vamos rápidamente a déficit presupuestario y en la balanza comercial. Ignoro cuánto dejó de importarse por las medidas para-morenistas, pero debe ser bastante como para que China y Brasil protesten formalmente.
¿Cómo serán los números de la balanza de pagos, entonces, teniendo en cuenta los pagos de la deuda externa pública y privada, el giro de ganancias y patentes de las empresas extranjeras, los fletes y seguros de las exportaciones y la fuga de capitales?
¿Cuáles son las causas de esta inflación creciente, que todos sentimos en nuestros bolsillos?
El Cuarteto Corazón le echa la culpa de la suba del asado a los carniceros.
Moyano-Yaski a los empresarios.
Y los empresarios al gobierno.
Si esto sigue, tendremos estan-flación y enseguida, por retracción del poder de compra de salarios, jubilaciones y prestadores de servicios a los pobres y tres cuartas partes de la clase media, equivalente al 90% de la población.
EduA denuncia la inequidad de los enormes subsidios a los pobladores del AMBA, que perjudican al resto de los habitantes, que tienen un poder adquisitivo promedio menor.
Abel dice que el INDEC es un termómetro. Sí, pero si el médico lee 37.1 y el enfermo tiene 40º, le receta aspirinas y el tipo se muere.
Además, como somos país mediano, era el único medidor de fiebre que teníamos.
El organismo es INDECente.
Por algo la gente de la UBA se corrió de la fantochada de darle seriedad, dejando solo a Morenito, el de la garra fácil.
La inflación, para los que transitamos una lozana madurez con intervalos de Alzheimer, es un recuerdo espantoso.
Corríamos a comprar dólares el día de cobro del sueldo y los cambiábamos a lo largo del mes. Aumento de precios=suba del dólar. Mucha gente vendió su casa y al cobrar el saldo de precio en la escrituración perdió el 50%. Señoras de los barrios norte venidas a menos se dieron al cambio peso/dólar.
Cuando vino Cavallo pareció que la Argentina había hallado su Mandrake. Mató a la Medusa que nos comía desde los años 50. Fue la mano de Dios.
Pero en lugar de devaluar lentamente desde 1992, para reducir la fuga de divisas, tomó deuda hasta que el Tío Sam le dijo basta, en el bendito gobierno de De la Rúa.
Todo indica que estamos en un índice del 30% anual, algo dominable para la Argentina. Si traspasa ese techo, a agarrarse que vamos a galopar.
Muchachos, lo que hizo este gobierno en el Indec es un desastre, es cierto. Pero tampoco se pongan tirabombas basándose en nada. El Titanic? Déficit en la balanza comercial????? (la soja se paga 340U$S) cuenta corriente??? les pido por favor que se tomen el trabajito de ir a buscar los resultados de la cuenta corriente argentina de los últimos 5 años y los comparen con, por ejemplo, la performance de Brasil, que también tuvo superávit comercial estos añitos y con su investment grade y todo se come sus buenos puntitos de déficit de cuenta corriente.
Por último, las licencias de importación sólo tienen el efecto de hacer más engorrosa (y por tanto encarecer) la importación, pero no sirven como barrera proteccionista. Insisto, miren los nros. de las impo y lo van a ver. En 2009 cayeron las impo de todo el universo de mercaderías por la crisis y los productos con licencias cayeron en igual medida que el resto.
Sí, la inflación es un problema y hay que darle la atención que se merece. Pero en ningún momento de la historia este país tuvo las espaldas que tiene ahora. Tengamos esto en cuenta y actuemos en consecuencia.
Saludos
El Klamar:
¿Titanic? Sin dramatizar, sí, sin duda, si no se corrige el rumbo, precisa y principalmente porque no se presta la atención que merece a la inflación (en rigor, no se le presta ninguna, o es paupérrima, apenas dirigida más a alguna de sus manifestaciones que de sus causas).
Si mirás la dinámica de los números y la lógica férrea que se sigue, de no empezar ya a hacer un abordaje diferente, a cambiar esa lógica, habrá problemas serios. Lo que dijo muy lejos está de basarse “en nada”. Lo he explicado varias veces en este blog. Dije “sin dramatizar”, pues queda margen aún para corregir, sin necesidad de ajustes cruentos. (Fijate, por ejemplo, en lo que comentaba acá:
https://abelfer.wordpress.com/2010/04/12/el-modelo/#comments)
Una de las razones por las que creo que queda margen la señalás vos: saldo comercial –que creo que se erosionará pero no desaparecerá (es decir, quizá no se cumplan los 16/17 mil palos verdes de superávit, pero no será muchísimo menor)- y cuenta corriente de dinámica aceptable. Lo veo más como vos lo describís que como supone don GG. No alcanza para que esto deje de ser el Titanic si no se cambia lo que hay que cambiar a tiempo, pues las espaldas que señalás, de naturaleza externa, no tapan ni moderan los desajustes internos.
Un abrazo.