TRONADOR: todavía soñamos…

Una buena noticia, que va a estar muy pronto en los medios: ya está circulando en mails (gracias Pandra) y ha sido tomada por los amigos entusiastas de la NAC&POP, aunque sacan algunas fechas mal. Yo (de aburrido que soy) prefiero recurrir a los registros de La Nación y El Mercurio, gente poco entusiasta por estas aventuras si las hay. Porque es apropiado: si en esta historia hay nombres – como el del Instituto Balseiro – que pueden enorgullecer a cualquier argentino – hay otros más… discutidos: Kirchner, Miceli, Menem,… Esto es lo que significa un Estado, y muestra que algo de eso tenemos. Podemos soñar, pues es un requisito necesario para tener una Nación.

Este viernes 16 de mayo la CONAE (la agencia espacial argentina) lanzó un nuevo cohete TRONADOR que subió 22 kilómetros con absoluta previsibilidad. Como dice Carlos García Blaya, «Después de tanta mishiadura cuesta mucho pensar en cosas grandes

El Tronador I había sido probado por primera vez en julio del año pasado, en un campo de pruebas de Bahía Blanca.

El cohete tiene dimensiones reducidas – menos de cuatro metros de longitud – y su lanzamiento sólo tuvo éxito al segundo intento, pero logró los resultados esperados para llevar adelante la segunda etapa del plan, el Tronador II, proyectado para transportar al espacio una carga de unos 200 kilos, con un motor de combustible líquido.

El diseño del Tronador II se enmarca en los límites justos de las convenciones internacionales, que buscan evitar la proliferación de cohetes que puedan transportar cargas de 500 kilogramos a más de 300 kilómetros, por la posibilidad de ser usados como inyectores satelitales o armas, dependiendo de la voluntad del país que construye ese aparato. Por eso el Ministerio de Defensa no quiere oír hablar del proyecto Tronador, y el plan avanza en manos civiles.

La Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) está al frente del proyecto, con la participación de especialistas de varios institutos, incluido uno de las Fuerzas Armadas (CITEFA) y universidades nacionales. Todos los esfuerzos convergen en la empresa VENG, una sociedad de capitales públicos y privados controlada por la Conae.

Los científicos argentinos bautizaron el proyecto con el nombre de «Tronador», la montaña más imponente de la región en que funciona el Balseiro, límite entre Argentina y Chile, que también se eleva desafiante hacia el espacio.

De esta manera, a 15 años de haberse desactivado el misil Cóndor II, Argentina lanzó nuevamente un cohete propio.

En 1993, bajo las presiones de Estados Unidos, se resolvió finalizar con las pruebas llevadas a cabo por la Fuerza Aérea en Falda del Carmen (Córdoba). «La razón es simple, un cohete capaz de transportar 500 kilogramos a más de 300 kilómetros bien puede servir para llevar un satélite al espacio, pero también como un arma de guerra«, explicaron desde el Instituto Balseiro, donde indicaron que «técnicamente Argentina está capacitada para fabricar cohetes«.

Razonan que, si se lograron fabricar satélites, reactores nucleares y equipos médicos de alta tecnología, bien puede diseñarse un cohete teledirigido. «Tenemos muchos proyectos, para concretarlos sólo hace falta presupuesto y decisión política«.

Pese a desactivar el proyecto Cóndor, Carlos Menem en 1998 creó la empresa VENG (Vehículo Espacial de Nueva Generación), una sociedad de capitales públicos y privados que está controlada por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales.

El Tronador fue concebido antes de que Menem deje la presidencia, pero no llegó a avanzar por los problemas políticos y económicos que azotaron al país.

No obstante, la CONAE, con el apoyo del Instituto Balseiro, el Instituto Aeronáutico Argentino, el Instituto de Investigaciones Técnicas y Científicas de las Fuerzas Armadas (CITEFA) y universidades nacionales, continuó con los estudios en centros de alta tecnología.

El 11 de abril del año pasado Kirchner firmó el decreto 350, por el cual autorizó «a los entes y profesionales pertenecientes a organismos del sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación a participar, en forma voluntaria, en la realización de tareas vinculadas con el desarrollo de medios de acceso al espacio y servicios de lanzamiento, particularmente con el proyecto inyector satelital para cargas útiles livianas». El decreto establece que los técnicos pueden sumarse al proyecto «fuera de su horario de trabajo» y obtener una capitalización en las futuras ganancias de la empresa VENG.

El 8 de junio de 2007, la entonces ministra de Economía, Felisa Miceli, firmó la resolución 396 por la cual se aprobó el presupuesto 2007 para la empresa VENG. Incluyó la autorización para construir el lanzador Tronador I y comenzar el desarrollo del lanzador Tronador II. Para ello se aprobó un presupuesto adicional de 26 millones de pesos. (Caja chica! Pero es mejor así).

Entre los objetivos del VENG para el 2007 figuraban además la puesta en marcha de la planta piloto de concentrado de hidrocina en Falda del Carmen.

La hidrocina es el componente base del combustible líquido que utiliza el cohete Tronador II, cuyo motor tendrá un empuje proyectado de 3.350 kilogramos y podrá colocar una carga de 200 kilogramos a 400 kilómetros de altura. Más datos en el sitio de la CONAE/acceso al espacio/Tronador

3 Responses to TRONADOR: todavía soñamos…

  1. […] más datos para un sueño El 20 de mayo subí una entrada donde volcaba datos técnicos y algunos políticos sobre el cohete argentino […]

  2. […] el desarrollo del cohete Tronador por Argentina escribí aquí, aquí y aquí. Pero este no es un blog tecnológico. Sólo quiero recordar lo que significaría […]

  3. […] me hizo llegar ese trabajo, ya hace tiempo, a causa de los posts que fuí publicando, de éste a éste, sobre el programa espacial argentino. Pero es un paper de 36 carillas, y no es para un […]

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